SANTO DOMINGO, RD- El 16 de agosto de cada año se celebra el Día de la Restauración en la República Dominicana. Esta celebración conmemora la Guerra de la Restauración que inicio el 16 de agosto de 1863.
El 16 de agosto se conmemora un día de fiesta nacional en la República Dominicana, así como el día que el presidente dominicano es juramentado en su cargo cada cuatro años.
La guerra tenía el objetivo de restaurar la Independencia de la República Dominicana tras haber sido invadida y dominada por el país vecino Haití y luego recolonizados por España.
Debido a una agitación e inestabilidad política presente en Haití, la República Dominicana logró rebelarse y liberarse del orden haitiano. En 1861, sin embargo, decidieron “voluntariamente” ser colonizados de nuevo por España pues temían una reconquista haitiana.
El 16 de agosto fue cuando los líderes rebeldes izaron la bandera de la República Dominicana en el cerro Capotillo, Santo Domingo.
Los rebeldes se tomaron la capital y, en general, fueron más hábiles que las fuerzas españolas y los superaron por dos años. En 1865 la reina de España declaró anulado el tratado de anexión y reconoce la nueva independencia de República Dominicana.
En 1861, el general Pedro Santana había arrebatado la presidencia a Buenaventura Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con grandes ganancias para sí mismo.
Frente a una crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo ataque de Haití, Santana pidió a España que retomara el control de su antigua posesión bajo la categoría de provincia, con tan solo 17 años de independencia.
Al principio, la monarquía española estaba preocupada, pero con los Estados Unidos ocupados con su propia guerra civil e incapaces de imponer la Doctrina Monroe, consideraba que había una oportunidad para reafirmar el control en América Latina. El 18 de marzo de 1861, se anunció la anexión, y Santana se convirtió en gobernador general de la recién creada jurisdicción.
Sin embargo, este acto no fue bien recibido por todos. El 2 de mayo, el general José Contreras lideró una fallida rebelión, y Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití (cuyo gobierno, aunque oficialmente neutral, le preocupaba que España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de 1861.
Eventualmente Santana renunciaría a su cargo en enero de 1862 tras sostener diferencias con las autoridades españolas en Cuba que limitaron su poder y que destituyeron a sus amistades para colocar a peninsulares en los cargos de poder; la reina Isabel II le confirió el marquesado de las Carreras como compensación por sus servicios al Reino.
Jura del gobernador y capitán general de Santo Domingo, don Pedro Santana, pintado por Wenceslao Cisneros, 1862 (Museo del Prado, Madrid).
Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización. Esto fue especialmente problemático en la región del Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para su sustento.
Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casadas bajo la Iglesia Católica. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una iglesia para casarse.
Con las mejores intenciones, el arzobispo Bienvenido Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero sus demandas solo irritaban a la población local que había llegado a aceptar el estado actual de los nacimientos «ilegítimos» de forma normal.
Económicamente, el nuevo gobierno también impuso aranceles más altos para los productos no españoles y los buques y trató de establecer un monopolio sobre el tabaco, contrariando a las clases comerciantes también.
A finales de 1862, los funcionarios españoles estaban empezando a temer la posibilidad de una rebelión en la región del Cibao (el sentimiento antiespañol no era tan fuerte en el sur). Por último, había rumores de que España volvería a imponer la esclavitud y enviar a los dominicanos negros a Cuba y Puerto Rico.
Mientras tanto, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios que Toussaint Louverture había tomado por Haití en 1794. En un intento de sofocar los disturbios en la región dominicana, las tropas españolas habían desalojado a los haitianos que vivían en estas áreas a lo largo de la frontera haitiano-dominicana. El presidente haitiano, Fabre Geffrard renunció a su posición de neutralidad y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos.
El Grito de Capotillo
El 16 de agosto de 1863, un nuevo grupo de 14 hombres bajo el liderazgo de Santiago Rodríguez hizo una audaz incursión en el cerro de Capotillo (Dajabón) e izaron el pabellón dominicano. Esta acción, conocida como el Grito de Capotillo, fue el comienzo de la guerra. Entre los integrantes se encontraban Benito Monción, Juan Antonio Polanco, hermano mayor del general Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, entre otros.
El experimentado guerrero Gaspar Polanco esta vez se coloca a su lado y llega con ellos a las afueras de la ciudad de Santiago, la cual fue sitiada por miles de hombres.
Expedición de Tropas de Refuerzo a Santo Domingo tras el Grito de Capotillo.
A raíz de las posteriores rebeliones en diversas zonas del país, los españoles empezaron a desplegar tropas de Cuba y Puerto Rico y también de la península hacía Santo Domingo para sofocar los encontronazos que se daban en todo el territorio de la provincia.