ESTADOS UNIDOS.- Rosalía es el gran fenómeno de la música pop o como se quiera llamar por su estilo camaleónico, siempre abierta a la innovación. La catalana tocó la gloria este jueves (mañana del viernes en su ciudad, Sant Esteve Sesrovires) al conquistar en Las Vegas al premio gordo de los Latin Grammy. Su disco Motomami se llevó el galardón más preciado, el de Álbum del año. Una vez puede ser suerte (lo ganó en el 2019 por El mal querer), pero dos significa consistencia. Los galardones a Mejor álbum de música alternativa, Mejor grabación y Mejor producción completaron una gran noche.
Al recibir el premio gordo, Rosalía subió al escenario visiblemente emocionada, con lágrimas en los ojos. «Motomami es el disco que más me he tenido que pelear para hacerlo, que mas me ha costado hacer, pero que tiré para adelante y que más alegrías me ha dado”, se arrancó, entre gritos de exaltación del público.
“Gracias por apoyar siempre mi música, aunque mi música siempre está cambiando, gracias a Latinoamérica por tanta inspiración, gracias a mi país por seguir dándome cariño y por no dejarme caer y gracias a mi familia, a mi equipo, a Dios, al amor de mi vida (dirigiéndose a Rauw Alejandro, en primera fila), te quiero,…, y a todos los que están detrás de este álbum, todos incansables, os quiero, muchísimas gracias”, concluyó en su agradecimiento.
Ese fue su cuarto galardón de una velada (tenía nueve nominaciones) en una noche en la que destacaron Jorge Drexler y Ángela Álvarez, que se apropiaron del espectáculo.
El uruguayo, junto a C.Tangana, acaparó seis gramófonos, el que más, con su disco Tocarte. Entre estos, dos de los principales. Cuando subió a tomar posesión del galardón a mejor grabación del año, aseguró que era algo imprevisto.
A los pocos minutos, al llevarse la distinción de canción del año, le insistió a la presentadora: “¿Estás segura?. Miro la cartulina y vio que sí, que era él. “No se hacen la idea de lo inesperado que es esto”. Y felicitó “a todos los que hacen música urbana en español porque han llevado el español a rincones inesperados”, afirmó.
Bad Bunny, el más nominado, en diez categorías, perdió los tres máximos reconocimientos, pero se llevó cinco. Y pese a esa condición de máximo nominado, el puertorriqueño dio plantón a la fiesta y no se dejó ver en el Michelob ULTRA Arena del Mandalay Bay hotel de la ciudad del pecado.
La bautizada como la mejor noche de la música latina tuvo en esta 23 edición un momento de autenticidad pocas veces visto. En medio de tanto tatuaje, de poses estrafalarias, de bótox, de tanto estereotipo, tal vez de tanto “plástico” que diría el gran Ruben Blades, la gala coronó a Ángela Álvarez en categoría de mejor nueva artista. A sus 95 años, la nominada y ganadora de más edad en este apartado.
Al recoger su gramófono, compartido con Silvana Estrada, que a sus 25 años bien podría ser su bisnieta, la novel veterana se acordó de su hija Marucha (fallecida en 1999), “que sé que disfruta de ese momento y se siente orgullosa de su madre”, y tuvo palabras para “aquellos que no han realizado sus sueños”. A estos les dijo: “Aunque la vida es difícil, siempre hay una salida, con fe y amor se puede lograr, nunca es tarde”.
Habló la experiencia. Quiso ser artista y su padre no le dejó. Luego huyó de Cuba y en Estados Unidos trabajó duro, sin dejar nunca de cantar los temas que ella misma escribía, pero solo para la familia, como le ordenó su padre en la adolescencia. Hace ocho años, su nieto, Carlos José Álvarez, músico de profesión, se decidió a grabar sus canciones como legado familiar. Y así hasta el Grammy Latino.
Su historia no tiene más punto en común que la música con el resto de los triunfadores de la noche, todos ellos músicos de profesión y dedicación. Carlos Vives, Christina Aguilera, Fito Páez, Sebastián Yatra, Marc Anthony o Christian Nodal figuraron entre los galardonados.
La gala comenzó con un tributo al cantautor mexicano Marco Antonio Solís -elegido como Persona del Año por la Academia Latina de la Grabación- en el que participaron artistas como Laura Pausini, Carin Leon o Luis Fonsi.
La fiesta contó con un sinfín de actuaciones en directo, entre las que destacaron las de Christina Aguilera junto a Christian Nodal, Jorge Drexler compartiendo escenario con Elvis Costello, Karol G, Los Bukis, Rauw Alejandro, Romeo Santos (patético haciendo elogio a la borrachera) o Sebastián Yatra con John Legend.
Sin duda, uno de los momentos cumbre fue la actuación de Rosalía, que despertó un fervor que pareció anticipar lo que vino luego. Se arrancó, de rojo y al piano, con Hentai, la historia de un polvo, y después, enfundada en un mono de látex negro, danzó con La fama y Despechá, momento que aprovechó para bajar del escenario y bailar con novio y bailarle al mundo. Según el The New York Times, Rosalía es la «la rompedora del pop».