Brasil .- A pocos minutos para el inicio del concierto y entre el público de Lollapalooza ya se escuchaba: «Saoko, papi, Saoko». Rosalía se ha convertido en un fenómeno de masas en Brasil y lo confirmó con un derroche de arte y carisma.
La artista protagonizó uno de los conciertos más multitudinarios de esta décima edición de Lollapalooza Brasil, que tocó a su fin después de tres días de música en el Autódromo de Interlagos, en Sao Paulo.
Este fue todo un despliegue físico y artístico repartido en 22 canciones y con una puesta en escena minimalista: ella, ocho bailarines y su «Motomami».
Su naturalidad sobre las tablas, ya sea hablando «portuñol», declarando su amor por el funk carioca o despejándose la nariz justo antes de cantar «La Kilié», encantó a su legión de seguidores brasileños.