Redacción .- Clínicamente los hombres tienen cinco años menos de esperanza de vida, aunándoles más probabilidades de morir en un accidente o en un suicidio. Pero mirando a sala de un centro de salud, se podría decir que los hombres no tienen ningún problema por su inasistencia.
Una encuesta europea de salud lo confirma poniendo un porcentaje ascendentes a la tendencia de que los hombres son menos recurrentes a acudir a la una consulta médica arrojando una tendencia de un 21% de hombres y un 29,2% de mujeres.
La diferencia es más amplia en la primera juventud que comprende desde los 18 a los 25 años de edad, manteniendo alrededor de los 10 puntos porcentuales hasta los 65 años, cuando las cosas empiezan a igualarse.
El especialista Benno de Keijzer, médico y profesor de Antropología especializado en estudios de género en la Universidad Autónoma de México, lo resume de forma elocuente: “Los varones suelen ir al médico cuando son chicos, hasta los 13 años. Después desaparecen para volver a aparecer de mayores, con unos 60 y ya con algunos achaques”, explica en un intercambio de audios. “Salvo la gran excepción de que sí encontramos a jóvenes y adolescentes, los sábados y viernes en la noche, poblando los servicios de urgencia de los hospitales”.
Algunos solo acuden a la consulta cuando tienen un problema de salud avanzado. “Muchos hombres habitamos el cuerpo como si fuera una máquina”, reflexiona de Keijzer. “Es como la frase ‘hasta que el cuerpo aguante’, que se aplica al alcohol, al sexo, a la salud… Implica entender el cuerpo como un instrumento. Y así es difícil entrar en la práctica del autocuidado o en la evitación de los factores de riesgo”.
De Keijzer, autor de varios estudios sobre el tema, señala otro factor más, relacionado con el machismo: “El cuidado ha sido históricamente feminizado. A las mujeres les toca cuidar a los menores y a los mayores, y hay una estrecha relación entre el heterocuidado y el autocuidado”. Abunda en esta idea Anastasia Téllez, antropóloga y directora del Observatorio de las Masculinidades, para explicar que la edad, la educación y el contexto son importantes. “Hay muchas formas de entender la masculinidad”, señala en conversación telefónica. “Y hay muchos hombres que, cuando empiezan a tener hijos, o a cuidar de sus padres, se incorporan en el cuidado como nunca lo habían hecho antes. Incorporan nuevos hábitos y se los aplican a sí mismos”.
Sin embargo, la figura del hombre que evita al doctor por miedo a perder el control, a salir de ahí con una dieta, unas pastillas o un diagnóstico funesto, goza de una estupenda salud. Al menos metafóricamente. “Muchos siguen viendo como un símbolo de debilidad que el médico, no digamos la médica, tenga el poder de cambiarle el estilo de vida”, explica Téllez. Son los hombres que no se ponen casco si trabajan en la obra, los que dicen: “Nunca falté a mi trabajo, aun teniendo 40 de fiebre”, “Nunca me eché protector solar”. “Es el concepto de masculinidad asociado al riesgo, a la valentía y a la fortaleza”.
El hombre determina asistir a una consulta médica cuando presenta dificultades para lograr o mantener la erección, asimismo si presenta eyaculación precoz o baja en el deseo sexual. A nivel médico suelen asistir cuando entienden que los síntomas son graves y están propensos a perder la vida. Aunque el estudio también destaca que actualmente los hombres se están motivando a acudir tanto a consultas médicas como a consultas para el cuidado de la salud mental.
Datos de la Organización Mundial de la salud (OMS), confirman que menos del 10 % de los hombres acuden de forma periódica a sus consultas urológicas, mientras que ese 90 % restante, no lo hace por vergüenza o por miedo a los procedimientos de revisión tradicionales. Pero temas como la desinformación sobre enfermedades de transmisión sexual, disfunción eréctil, eyaculación precoz y otros padecimientos que experimentan cerca del 30 % de la población joven y adulta, deben ser tratados por un especialista.