Redacción.- Hasta 20 años de cárcel podrían enfrentar los dominicanos acusados en Estados Unidos de estafar a decenas de abuelos.
Según un medio internacional este fraude inició en un centro de llamadas en República Dominicana, donde las víctimas entre 72 y 93 años de edad en el país contestaban el teléfono y creían que hablaban con sus nietos.
Las autoridades anunciaron cargos en contra de 16 personas, incluyendo 11 en el país y otros cinco operando en Estados Unidos como mensajeros para la banda criminal. Se alega que robaron millones de dólares.
¿Cómo el modo de operar de esta red?
De acuerdo con las autoridades estadounidenses, los miembros de esta presunta operación denominados “abridores”, se encargaban de llamar a personas mayores en los Estados Unidos y se hacían pasar por hijos, nietos u otros parientes cercanos de las víctimas, alegando que tuvieron un accidente automovilístico o que fueron arrestados tras un accidente y necesitaban ayuda.
Desde República Dominicana, otros integrantes del grupo utilizaban tecnología para hacer parecer que las llamadas provenían del interior de los Estados Unidos.
Luego que los abridores engañaban a las personas mayores, otros que trabajaban en los call centers, conocidos como «cerradores», supuestamente se hicieron pasar por abogados defensores, agentes de policía o personal judicial y terminaban de convencer a las víctimas para que proporcionaran miles de dólares en efectivo para ayudar a sus seres queridos.
“Estos 16 acusados se aprovecharon del amor y la devoción familiar de los abuelos, estafándolos con millones de dólares”, dijo el Fiscal Federal Sellinger para el Distrito de Nueva Jersey.
Según los documentos de acusación, los cerradores les decían a las víctimas que dieran el dinero en efectivo a mensajeros que enviaban a las casas de las víctimas para recoger su dinero. Otras veces les indicaban que enviaran el dinero en efectivo por correo.
Una vez que se convenció de que dieran dinero en efectivo, los “despachadores” de los call centers reclutaron y administraron una red de mensajeros con sede en Estados Unidos para obtener el dinero.
Esos mensajeros iban a la casa de las víctimas ancianas para recoger el efectivo, a menudo usando nombres falsos y entregando a las víctimas recibos falsos.
Acto seguido, los mensajeros llevaron el dinero a otros miembros de la conspiración, quienes enviaron el dinero de las víctimas a la República Dominicana.
“Los abuelos, presas del pánico, pagaron rápidamente, a veces decenas de miles de dólares. Mi oficina está comprometida a proteger los derechos de todas las víctimas y procesaremos implacablemente a quienes supuestamente se dirigen a personas mayores vulnerables para robarles los ahorros que tanto les costó ganar”, leía parte de la acusación.