SANTO DOMINGO, RD.- Dolor y un vacío imborrable es lo único que les queda a los vástagos de las decenas de mujeres a las que vilmente les es arrebatada la vida.
Con solo 3 y 9 años, a los hijos de Raisa Guzmán, les fue robada sin piedad la oportunidad de una infancia feliz, cuando el 9 de junio la pareja sentimental de su madre decidió, de manera cruel, quitarle la vida.
Con la ausencia de Raisa, la responsabilidad de los menores recae ahora sobre su abuela materna, quien carga en sus hombros el sufrimiento de sus nietos y el suyo propio.
Los deportes, según el relato de la abuela, son el único refugio para el mayor de los niños, mientras se mantienen a la espera de la ayuda psicológica ofrecida por las autoridades.
La tristeza e impotencia por la pérdida de su hija, no solo deja una marca indeleble en sus nietos, sino que mantiene también en cama aquejada de salud a su esposo.
Al igual que los hijos de Raisa, al menos otros 13 pequeños han quedado huérfanos a causa de los feminicidios en lo que va del año.