Redacción.- Al menos 39 personas murieron y más de 360 resultaron heridas desde el pasado 18 de junio en las multitudinarias protestas antigubernamentales, fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad, que se repiten en el país desde entonces, confirmó este lunes la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR).
“Los datos de nuestros registros indican que 39 personas han muerto y hubo 361 heridos relacionados con las protestas en todo el país. Son los datos acumulados desde el 18 de junio hasta el 1 de julio. Aún no se ha practicado la autopsia a la mayoría de las víctimas”, señaló la KNCHR, una institución autónoma pero financiada por el Estado, en un comunicado.
Además, la organización también denunció al menos 32 casos de desapariciones forzadas y 627 manifestantes detenidos, mientras que muchos más aseguran estar “escondidos” después de recibir amenazas.
Así, la KNCHR condenó “en los términos más enérgicos” la violencia y la fuerza injustificada que ejercieron las fuerzas de seguridad contra manifestantes, trabajadores sanitarios, abogados y periodistas, y lamentó que las protestas pacíficas de los primeros días en ocasiones se tornaron en disturbios.
“El Gobierno tiene la obligación de facilitar los derechos de los manifestantes brindándoles seguridad para garantizar el orden público”, añadió.
Los jóvenes de la llamada ‘generación Z’ han tomado las calles de ciudades de todo el país para protestar, en un principio, contra el polémico proyecto de la Ley de Finanzas de 2024.
Mediante esta norma, el Gobierno pretendía introducir algunos impuestos, como el IVA del 16 % a productos como el pan, y subir otros ya existentes en servicios básicos.
El pasado 26 de junio, el presidente keniano, William Ruto, rechazó firmar el proyecto de ley, que no entrará en vigor, 24 horas después de la fuerte movilización en Nairobi, que acabó en una batalla campal entre los manifestantes y la Policía y derivó en el asalto al Parlamento.
Sin embargo, las protestas siguen en contra de la brutalidad policial y de la corrupción política y pobreza generalizadas de Kenia, donde una de cada tres personas sobrevive con apenas dos dólares al día.