REDACCIÓN.- La última cena de Jesús junto a sus apóstoles antes de ser crucificado, es una de las historias más emblemáticas de la Biblia y de la historia de la Humanidad.
Ahora, más de 2.000 años después, los arqueólogos están enfocando sus esfuerzos para encontrar la ubicación exacta donde transcurrió ese evento y, según el Nuevo Testamento, se llevó a cabo la Institución de la Eucaristía.
Según un medio internacional, los investigadores creen que el encuentro bíblico ocurrió en el Cenáculo de una casa de dos pisos con paredes de piedra caliza y un techo rojo inclinado que aún se mantiene en pie en la ciudad sagrada de Jerusalén.
Como los investigadores no han podido realizar ninguna excavación arqueológica, no pueden confirmar aun si el edificio existía durante la Última Cena.
La ubicación de este lugar ha sido documentada en varias obras de arte que datan al menos del siglo IV d.C., que fue también cuando los cristianos comenzaron a visitar la sala para honrar los últimos momentos de vida de Cristo antes de la crucifixión.
Fue originalmente una sala de oración con capacidad para más de 120 personas. Actualmente, miles de personas siguen visitando el Cenáculo cada año.
La Biblia detalla la historia de la Última Cena que presuntamente data del año 33 d.C., cuando Jesús se sentó con sus 12 apóstoles y les dijo que uno de ellos lo traicionaría y que su muerte era inminente.
En esa oportunidad, mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo estas reconocidas palabras, que se pronuncian en la misa: “Tomad, este es mi Cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella.
Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Os aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
Los estudios arqueológicos
Las casas de los antiguos romanos no tenían más que un piso y en esta habitación de arriba era donde ordinariamente se cenaba o se comía en común, por extensión, se llamó “cænacula” o cenáculo a todas las piezas del piso superior.
El lugar se describe brevemente en el libro de Lucas 22:11-13, cuando Jesús solicitó un aposento alto grande y amueblado donde él y sus discípulos pudieran comer su cena de Pascua.
El Cenáculo,— o recinto que actualmente se visita reconociéndose como ese lugar histórico—, se encuentra en la antigua ciudad de Jerusalén, en el monte Sión, situado encima de la puerta sur, y fue construido con grandes columnas que sostenían un techo abovedado y un tejado rojo inclinado que todavía se conserva en la actualidad.
Como los investigadores no han podido realizar ninguna excavación arqueológica, no pueden confirmar aún si el edificio existía durante la Última Cena.
En 1884, los cristianos ortodoxos griegos descubrieron lo que se cree que es el mapa más antiguo de Jerusalén mientras construían una nueva iglesia en Madaba, Jordania.
El mapa fue realizado en el año 560 d.C. como una representación de Tierra Santa que muestra el Cardo Maximus (calle principal) extendiéndose a través de la sección media y dos estructuras sagradas en el extremo sur (lado inferior derecho) que se identificaban por sus techos rojos, lo que parece mostrar la estructura.
Pero no fue hasta 2017 que David Christian Clausen, profesor adjunto de Estudios Religiosos en la Universidad de Carolina del Norte, notó algo inusual: había un edificio con el mismo techo rojo inclinado que el Cenáculo y estaba en el mismo lugar.
Esto llevó a los investigadores a sospechar que el Cenáculo fue efectivamente el lugar de la Última Cena, pero aún necesitaban más pruebas, que aparecieron en un dibujo del siglo VI descubierto en Italia en 1846.
La ilustración mostraba a Jesús recorriendo las puertas del sur de la ciudad montado en un burro con el Cenáculo al fondo.
Esta historia se cuenta en el Libro de Mateo, que describe la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un burro mientras las multitudes le dan la bienvenida poniendo a su paso sus ropas en el suelo y aclamándolo, en cumplimiento de la profecía de Zacarías que describió la escena y dijo que habría una “Segunda venida de Jesucristo” y que los muertos resucitarían.
En 1585 d.C. se descubrió otra representación del lugar: una escultura del siglo IV que mostraba a Jesús de pie ante María Magdalena después de resucitar de entre los muertos, y justo detrás de donde estaba había un edificio con el mismo techo inclinado.
Según el Libro de Juan, Jesús regresó al Cenáculo después de su resurrección, vinculando la representación de él y María Magdalena con la historia bíblica.
Hallazgos con nuevas tecnologías
La Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) se propuso probar la teoría en 2019 utilizando tecnología láser e imágenes fotográficas avanzadas para eliminar todas las actualizaciones realizadas al Cenáculo a lo largo de los años y revelar cómo se veía originalmente durante la Última Cena.
Según un medio internacional, los investigadores creen que el encuentro bíblico ocurrió en el Cenáculo de una casa de dos pisos con paredes de piedra caliza y un techo rojo inclinado que aún se mantiene en pie en la ciudad sagrada de Jerusalén.
Mapearon cada rincón de la sala para “crear modelos precisos del espacio” que revelaron características interesantes del Cenáculo. Las imágenes recién creadas mostraban obras de arte “oscuras”, como los símbolos del Agnus Dei, o “Cordero de Dios”, y el León de Judá en el techo.
“El león era el símbolo del rey David”, dijo Re’em y explicó que, “según las escrituras antiguas, Jesús era descendiente del rey David”.
Los investigadores aún necesitan realizar más estudios, según Re’em, quien dijo que todavía no hay ninguna evidencia arqueológica de que el Cenáculo fuera el lugar de la Última Cena.
La IAA ha dicho anteriormente que la mala iluminación del sitio, las paredes descoloridas y las continuas remodelaciones les han impedido realizar más investigaciones.
“De vez en cuando, cuando tenemos la oportunidad, continuamos documentando otras partes del complejo sagrado”, dijo Re’em. “Espero que tal vez en el futuro tengamos la oportunidad de realizar una investigación arqueológica clásica a pequeña escala”, concluyó.