REDACCIÓN.- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibirá este jueves a Benjamín Netanyahu con el único objetivo de acelerar el cese del fuego entre Israel y Hamas, que permitirá liberar a los rehenes cautivos por la organización terrorista y facilitar el ingreso de la ayuda humanitaria en Gaza.
La reunión en el Salón Oval será compleja si se tiene en cuenta una evidente señal política: Netanyahu hizo un discurso en el Capitolio que va en sentido contrario a las condiciones mínimas que se negocian en Medio Oriente para acordar un inmediato cese del fuego.
El premier israelí ratificó su decisión de mantener las tropas en Gaza durante la tregua, mientras que Hamas exige que el cese del fuego imponga el retiro de las Fuerzas de Defensa de Israel de la Franja.
Este choque de posiciones -que atenta contra el resultado final- se agrava con una propuesta que deslizó Netanyahu durante su exposición en el Capitolio.
El primer ministro planteó que exterminado Hamas se debe repetir en Gaza la experiencia de Estados Unidos con Alemania y Japón al término de la Segunda Guerra Mundial.
Es decir: Israel debería desplegar una fuerza de ocupación durante un tiempo razonable para garantizar que sus fronteras no sufran un nuevo ataque terrorista. La idea de Netanyahu ya fue rechazada por Qatar y Egipto en nombre del mundo árabe, y no hay una sola posibilidad que sea aceptada por la Casa Blanca.
Biden rechaza la posición de Netanyahu y durante la reunión en el Salón Oval exigirá al primer ministro que se mueva en el contexto de la propuesta que presentó a finales de mayo. Esa iniciativa fue tomada como un inicio por Hamas y recibió el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el G7 y los principales estados árabes de Medio Oriente.
El presidente de los Estados Unidos diseñó una propuesta diplomática que incluye una tregua por etapas, la libertad de los rehenes, ayuda humanitaria y un proceso de negociación que debería desembocar en la reconstrucción de Gaza junto a un gobierno palestino sin Hamas u otros grupos terroristas.
Netanyahu avaló la iniciativa de Biden, pero a continuación fue sumando ciertas enmiendas que pusieron las conversaciones en un impasse de hecho. El premier israelí juega con la debilidad política de Biden -ya es Pato Cojo- y con su cercanía ideológica con Donald Trump, que lo recibirá mañana en su residencia de Mar o Lago (Florida).
El premier israelí conoció a Trump en los 80, siendo embajador de Israel en las Naciones Unidas. Y desde ese momento la relación entre ambos tuvo la dinámica de una montaña rusa. Hubo años de contacto cotidiano, y momentos de fricción infinita. Pero en la suma final, el actual candidato republicano benefició a Netanyahu.
Durante la administración de Trump, y a pedido de Netanyahu, Estados Unidos reconoció a Jerusalem como la capital de Israel, aceptó que las Alturas del Golán -exigidas por Siria- forman parte del territorio israelí y negoció los Acuerdos de Abraham, que significaron un importante acuerdo diplomático con los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein.
En este contexto de poder, política y diplomacia, Netanyahu llegará al Salón Oval con una posición firme y escasas intenciones de retroceder ante la presión de Biden. El premier israelí piensa en Trump y ya sacó la cuenta: faltan seis meses para que asuma un nuevo presidente en los Estados Unidos.
Netanyahu ratificó en el Capitolio su alianza estratégica con Washington e identificó a Irán como enemigo común. Pero esta mirada geopolítica no significa que el premier israelí cambie su perspectiva respecto a Hamas y el eventual cese del fuego en Gaza.
Netanyahu tiene agenda propia, que en estos momentos no coincide con la hoja de ruta que plantea la administración demócrata.
Biden recibirá al primer ministro a las 13.00 (hora del Este), y más tarde está prevista una reunión entre Kamala Harris y Netanyahu, que también ocurrirá en la Casa Blanca.
La vicepresidenta tiene una mirada más crítica que Biden respecto a la estrategia bélica de Israel en Gaza y afirmó que la guerra “causó una tragedia humanitaria”.
Harris no concurrió al Capitolio para escuchar a Netanyahu, pese a que debía encabezar la sesión especial por su condición de Vicepresidenta de los Estados Unidos. Harris, que también es candidata a presidente, optó por viajar a Indianápolis para protagonizar un acto de campaña electoral.