Redacción.- Hoy cumple sesenta años desde la primera publicación de la icónica tira cómica Mafalda. El personaje hasta épocas actuales conserva todavía la agudeza intelectual que la convirtió en la voz de la conciencia social de una época que pintaba para la paz y que acabó en la violencia.
Fue capaz de ponerle una venda al globo terráqueo para calmar sus heridas, de dejar escritas frases de hace más de medio siglo.
Todo se debió al talento que parecía inagotable de Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido para siempre por el nombre artístico que eligió para sí, Quino, y que dibujaba con prolija letra redonda, graciosa y elegante. Quino venía de Joaquín y de su tío Joaquín que le metió en la sangre la pasión por el dibujo. Estudió Bellas Artes pero, a los diecisiete años, se decidió por la historieta y por el humor. Llegó a Buenos Aires desde su Mendoza natal y en 1951, a sus diecinueve años, publicó su primera historieta en la revista Esto Es.
En 1977 tuvo que exiliarse en Italia. Mafalda, la osada y audaz nena de San Telmo, le había explicado un día a su hermanito Guille, frente a un agente de la policía que calzaba una porra: “¿Ves, Guille? Este es el palito de abollar ideologías”. El chiste había nacido en los años de violencia que signaron el final de la dictadura de la Revolución Argentina, 1966-1973, y la efímera democracia recuperada entre 1973 y 1976. El chiste fue rescatado del pasado, se hizo póster y se vendió por miles en los kioscos de todo el país en aquellos años duros que presagiaban lo peor. El 4 de julio de 1976, cuatro meses después de instaurada la última dictadura militar, tres monjes palotinos y dos laicos fueron asesinados en la parroquia San Patricio, del barrio de Belgrano. Sobre los cadáveres, los asesinos dejaron un póster de Mafalda y el palito de abollar ideologías. Hacía entonces cuatro años que Mafalda había dejado de publicarse.
Quino regresó del exilio en 1983, con el retorno de la democracia y recibió varias distinciones locales e internacionales, entre ellas la Legión de Honor de la República Francesa, el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades otorgado por el rey Felipe VI, la Medalla del Bicentenario de su provincia y la Mención de Honor “Senador Domingo Faustino Sarmiento” del Senado y el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. Su talento se apagó hace cuatro años, el 30 de septiembre de 2020, un día después del cumpleaños cincuenta y seis de su hija dilecta.