REDACCIÓN.- Dormir debería ser una actividad de descanso y recuperación. Sin embargo, para algunas personas, la noche se convierte en una batalla silenciosa y desconocida con el propio cuerpo.
El trastorno de comer dormido se clasifica como una parasomnia, es decir, un comportamiento anormal durante el sueño, en estos episodios, una persona se despierta parcialmente y consume grandes cantidades de alimentos sin tener control ni conciencia de sus actos.
Expertos consultaron a pacientes con ese trastorno, quienes manifestaron que pueden llegar a consumir un paquete entero de galletas, varios tazones de cereal y una caja de galletas dulces sin parar”.
Al igual que otras parasomnias, este trastorno ocurre durante la fase más profunda del sueño, conocida como delta.
El impacto en la salud física y emocional
Las consecuencias de comer dormido son tanto físicas como psicológicas. Según explicó a la cadena norteamericana Carlos Schenck, psiquiatra y especialista en parasomnias del Centro Médico del Condado de Hennepin, este trastorno afecta de manera devastadora la vida de quienes lo padecen.
Las personas suelen ingerir alimentos ultraprocesados, cargados de azúcar y grasa, lo que incrementa el riesgo de diabetes e hipertensión. Al despertar, quienes padecen esta parasomnia enfrentan un día de fatiga extrema, ya que el descanso ha sido interrumpido repetidas veces.
El desconocimiento sobre el trastorno alimentario relacionado con el sueño contribuye a que muchos lo oculten su condición durante décadas. Además de sentir vergüenza, enfrentan la falta de comprensión de los profesionales de la salud.
Causas y factores de riesgo
El trastorno de comer dormido puede tener diversas causas subyacentes, entre ellas el síndrome de piernas inquietas, la apnea del sueño y ciertos medicamentos para el insomnio. Schenck mencionó que la alimentación relacionada con el sueño es un “trastorno de la vía común final”, es decir, una condición que puede surgir por múltiples caminos.
Otros factores de riesgo incluyen los antecedentes familiares de trastornos alimentarios y el género, ya que el 70% de quienes padecen este trastorno son mujeres. Schenck sugirió que la presión social sobre la delgadez podría influir, ya que algunas personas pueden restringir su alimentación durante el día y desatar una compulsión nocturna en respuesta a la falta de calorías.