REDACCIÓN.- Por tercera noche consecutiva, miles de manifestantes proeuropeos se enfrentaron a la policía antidisturbios en el centro de Tiflis, tras la decisión del Gobierno de Georgia de posponer las negociaciones para unirse a la Unión Europea (UE) hasta 2028.
Los disturbios, que incluyeron el uso de balas de caucho, gas lacrimógeno y cañones de agua por parte de las autoridades, dejaron decenas de heridos y más de 100 detenidos.
Mientras tanto, la presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, anunció este sábado que no renunciará a su cargo pese a que su mandato expira en diciembre.
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La mandataria declaró que no reconoce la legitimidad del Parlamento recién formado y planea permanecer en el cargo hasta nuevas elecciones.
Según reportes de medios internacionales, los manifestantes se congregaron frente al Parlamento, levantaron barricadas y lanzaron bengalas, algunas de las cuales causaron incendios que fueron rápidamente sofocados. La policía respondió con fuerza, disolviendo las protestas en la madrugada del domingo. Durante las movilizaciones, se reportaron ataques a periodistas y detenciones de ciudadanos que intentaron acercarse a los cordones de seguridad.
Origen del disturbio:
El descontento social comenzó el jueves, luego de que el gobierno del primer ministro Irakli Kobajidze decidiera aplazar las negociaciones de adhesión al bloque comunitario, pese a que Georgia es candidata oficial desde 2023. Kobajidze atribuyó los disturbios a “radicales y patrocinadores extranjeros” que, según él, buscan desestabilizar al país. “Georgia no es Ucrania en 2013; somos un Estado independiente con instituciones sólidas”, afirmó, aludiendo a las protestas del Maidán en Kiev.
La crisis actual se agrava por las acusaciones de fraude en las elecciones legislativas de octubre, en las que el gobernante Sueño Georgiano se declaró vencedor. Tanto la oposición como la presidenta Salomé Zurabishvili cuestionan la legitimidad de los comicios y exigen nuevas elecciones. Zurabishvili, de postura proeuropea, denunció que el gobierno está llevando al país hacia una “deriva autoritaria prorrusa”. “Georgia siempre ha resistido la influencia rusa y no aceptará que su destino sea robado”, declaró.
La presidenta, cuyo mandato expira este mes, anunció que permanecerá en el cargo hasta que se celebren nuevas elecciones legislativas bajo reglas que garanticen transparencia. Desde el exterior, países como Francia, Ucrania y el Consejo de Europa instaron a la moderación y al respeto por el derecho a manifestarse pacíficamente.
El retraso en las negociaciones con la UE ocurrió pocos días después de que el Parlamento Europeo calificara las elecciones georgianas como no libres ni justas, denunciando retrocesos democráticos atribuidos al partido gobernante. La UE, que otorgó a Georgia el estatus de candidato en 2023, había condicionado la adhesión al cumplimiento de reformas políticas.
Las protestas reflejan una creciente tensión en un país dividido entre sus aspiraciones europeas y su histórica dependencia de Rusia. La oposición teme que la decisión del gobierno sea una señal de alineamiento con Moscú, mientras que los líderes europeos han pedido sanciones contra el gobierno georgiano y una repetición de las elecciones bajo supervisión internacional.
La situación en Georgia se mantiene volátil, con nuevas manifestaciones previstas para los próximos días.