Chile.- Ha causado controversia en las redes sociales, la reciente decisión del Congreso chileno de aprobar un nuevo proyecto en el cual se omitirá la palabra «mujer», reemplazándola por el término «persona menstruante», una iniciativa que ahora pasa al Senado.
Con el proyecto se busca imponer en el parlamento la «neolengua progre», gracias a la coalición del presidente Boric. Emilia Schneider, diputada, precisa que el término de «mujer» sería manipulado en favor de hombres trans, personas no binarias, queer, u otras variantes de género, quienes biológicamente han nacido con sexo femenino, pero no se identifican con el mismo.
La diputada republicana Chiara Barchiesi señala que se trata de «proyecto ideológico. Controlando el lenguaje controlas el pensamiento», alegando que las mujeres «han sido borradas e invisibilizadas cuando son las únicas que atravesamos el proceso biológico de la menstruación».
Ricardo Dudda, editor de Letras Libres, lo piensa como una estrategia que niega la menstruación en la mujer buscando realizar «higiene bucal» en defensa de la inclusión, proceso que la izquierda despliega donde ostenta el poder. Asimismo, en la revista Ethic, afirma que «para hablar de neolengua contemporánea hay que hablar de poder. En la política de izquierdas contemporánea todo es política, desde lo que desayunamos hasta lo que nos excita en la cama. Y la política siempre ha sido una cuestión de poder. No obstante , la concepción del poder que está detrás de esta politización no es la clásica, la maquiavélica; es una concepción foucaultiana. Es decir, todo es política y todo está atravesado por pugnas de poder a menudo invisibles».
Barchiesi concuerda con esta visión y, en el parlamento, sostuvo que desde la bancada oficialista «emplearon la neolengua orwelliana, un sistema de términos para crear un nuevo relato donde no existe el sexo como categoría bilógica. Esa realidad se sustituye por identidad de género, para incluir subjetividades».