Brasil.- Desde la epidemia de COVID-19 no se había visto una tal aglomeración de pacientes por los pasillos de los hospitales a la espera de tratamiento. Así, la clínica pública de Samambaia, en las afueras de Brasilia, se ha convertido en pocos días en el símbolo de la crisis sanitaria que afecta a todo el país y que tiene su epicentro en la capital.
Esta emergencia se resume en una palabra: dengue. Se trata de una enfermedad tropical causada por la picadura del mosquito Aedes Aegypti y se caracteriza por síntomas como fiebre alta, dolor de cabeza, dolor en los ojos, el cuerpo y las articulaciones, debilidad y, en algunos casos, manchas rojas por todo el cuerpo.
En las tres primeras semanas del año se registraron 120.874 casos en Brasil, casi tres veces más que los 44.753 de 2023. Un aumento del 271% en la ciudad símbolo del poder, Brasilia, que se ha convertido estos días en la urbe símbolo del dengue. Sólo en enero, el Distrito Federal registró más de 470 casos por cada 100.000 habitantes. La cifra convierte a la capital en el lugar con el mayor número de casos proporcionales de dengue del país, con un aumento de casos del 920,5% en los últimos 12 meses.
Este año, hasta el 27 de enero, se han registrado 29.492 diagnósticos de la enfermedad, frente a los 2.890 casos del mismo periodo de 2023. El miércoles murió incluso un bebé de apenas cinco meses, revelando en toda su crudeza la gravedad de la situación, hasta el punto de que las autoridades declararon la emergencia sanitaria. Sin embargo, sólo a partir de la próxima semana una de las comunidades más pobres y afectadas del Distrito Federal, Ceilândia, podrá contar con un hospital de campaña, similar a los utilizados durante la pandemia de COVID-19.
La situación es muy crítica también en Río de Janeiro. Sólo el mes pasado, la ciudad registró el 44,2% de los casos de dengue registrados en todo 2023. Según datos de la Secretaría Municipal de Salud de Río de Janeiro, en todo 2023 hubo 22.959 casos, mientras que entre el 1 y el 31 de enero 2024 fueron 10.156. Entre las zonas más afectadas se encuentran las regiones urbanas de Campo Grande y Guaratiba. “Rompimos el récord de hospitalizaciones por dengue en la historia del municipio, con 362 casos de personas hospitalizadas sólo en enero”, afirmó el secretario de Salud de Río, Daniel Soranz. Normalmente, los meses en los que se declara el dengue en Brasil van de marzo a mayo. El hecho de que la enfermedad haya aparecido antes preocupa a los médicos.
“En los últimos 90 días, la curva ha aumentado. En un solo día se registraron 569 casos”, afirma Soranz. Para hacer frente a la emergencia, el ayuntamiento de Río de Janeiro ha anunciado la instalación de diez centros de tratamiento específicos para el dengue, además de 150 sitios de tratamiento e hidratación. “Estos centros de hidratación y diagnóstico precoz son cruciales para evitar muertes”, declaró el alcalde Eduardo Paes.
Pero, ¿cómo es posible que Brasil se enfrente a una situación tan grave? Ciertamente los cambios climáticos no han ayudado, empezando por las fuertes lluvias que cayeron especialmente en enero. Basta decir que sólo en los dos primeros días del año llovió más del 80% del total previsto para todo el mes. Para el vicepresidente de la Asociación de Controladores de Vectores y Plagas Urbanas (APRAG), Sérgio dos Santos Bocalini, el inicio de 2024 estuvo marcado por fenómenos meteorológicos fuera de lo normal. Además de las lluvias, influyó el aumento de las temperaturas. En el sitio de noticias Metrópoles, el experto también señaló la falta de acciones específicas. “Acciones efectivas de educación ambiental entre la población para reducir la presencia de criaderos, el combate efectivo a los mosquitos adultos a través de las autoridades públicas o la contratación de empresas especializadas en el control y el monitoreo efectivo de los lugares con presencia de la enfermedad tienden a ayudar a reducir el número de casos de dengue”, dijo Bocalini.
Desafortunadamente, en la última década, sólo el Distrito Federal ha eliminado 241 millones de reales de inversión en prevención, unos 49 millones de dólares. Y en el resto del país también se han tomado decisiones similares. Esto ha impedido reforzar el ejército de inspectores de salud, esenciales para detectar, casa por casa, las larvas de mosquito, focos potenciales de desarrollo del dengue.
Sin embargo, durante la primera sesión de la Cámara Legislativa del Distrito Federal dedicada al dengue, Rogério Morro da Cruz, diputado del distrito sin partido, culpó a la población. “Es muy fácil culpar al gobierno”, dijo y añadió que “la población también debe hacer su parte para mejorar, de lo contrario dejaremos que la situación empeore y estaremos aquí buscando a alguien a quien culpar”. Luego acusó a los ciudadanos del Distrito Federal de no hacerse cargo de la basura. “La gente saca la basura después de su horario de trabajo y cuando pasa el camión, la sacan. Eso está mal. La basura se debe tirar en el lugar correcto, a la hora correcta, teniendo mucho cuidado de no tirar vasos desechables. Incluso los canalones de los tejados necesitan atención”, afirmó. Sin embargo, hay que recordar que el dengue afecta sobre todo a las zonas habitadas más pobres, caracterizadas, como en todo Brasil, por una falta total de planificación urbana, alcantarillado e higiene. Sus habitantes son sólo la última cadena de un sistema urbano que ha crecido a pasos agigantados desde la abolición de la esclavitud en 1888, en la mayor indiferencia política.
Y la polémica no termina ahí. Marcelo Queiroga, un ex ministro de Salud del gobierno Bolsonaro que fue culpado por los retrasos en las vacunas de COVID-19, es ahora el que apunta al gobierno Lula por los retrasos en la compra de vacunas contra el dengue. En realidad, este asunto se arrastra desde 2016. La vacuna que entonces ensayaba el reputado Instituto Butantan brasileño perdió la carrera por la patente cuando el gobierno de la delfina de Lula, Dilma Rousseff, el 28 de diciembre de 2016 se la concedió a DengVaxia, que en Filipinas, como informa Science, fue retirada en 2017 por problemas de seguridad.
Quiroga acusa ahora a la ministra de Sanidad, Nisia Trindade, del Partido de los Trabajadores, el PT de Lula, de perder tiempo al autorizar la vacuna japonesa TAK-003 para favorecer a la nacional, siempre del Instituto Butantan y que según la prensa local podrá ser utilizada a partir de 2025. “Según informes de prensa”, dijo Queiroga, “la industria farmacéutica japonesa sólo podrá entregar al Ministerio de Salud un poco más de 5 millones de dosis, suficientes para vacunar apenas al 1,1% de la población brasileña”. Hasta el 20 de enero, sólo habían llegado a Brasil 750 mil dosis. En febrero se esperan otras 570 mil dosis, según informó el propio Ministerio. “Dada la limitada capacidad de producción de dosis de vacunas, en 2024 deberán ser vacunadas cerca de 3,2 millones de personas, ya que la vacuna requiere dos dosis, con un intervalo mínimo de tres meses”, reza el comunicado ministerial.
Además, la preocupación ahora es que también puedan aumentar los casos del virus Zika, ya que el mismo mosquito Aedes Aegypti que causa el dengue también puede transmitir esa enfermedad. Los expertos advierten de que se puede contraer el dengue y luego el Zika, pero aún no está claro qué podría ocurrir con este tipo de interacción, especialmente en el caso de las mujeres embarazadas. Entre el 20 y el 30% de las personas afectadas por el virus del Zika presentan síntomas iguales a los del dengue. En 2016, Brasil experimentó una epidemia sin precedentes con 1,5 millones de personas infectadas por el Zika. En ese momento, 3800 casos de microcefalia se relacionaron con la propagación del virus. La microcefalia es la reducción del diámetro del segmento craneal de los bebés y es la complicación más grave del virus cuando los bebés en el vientre materno contraen la infección. En el primer semestre del año pasado, las notificaciones de casos de Zika crecieron en todo el país, alrededor de 8.500 casos, un aumento de casi el 44% en comparación con el mismo periodo de 2022, cuando hubo 5.910. El sureste del país se vio especialmente afectado con un aumento de más del 1600% de los casos.
Por si fuera poco, la ciudad de San Pablo también registró un número récord de picaduras de escorpión. Más de 49.000 en 2023 según datos de la Secretaría de Salud, un incremento que parece aumentar incluso en enero, dado que el verano es la fase más prolífica para estos animales. Un niño de un año murió el 13 de enero en Sorocaba, la ciudad más poblada de la región sur del estado de San Pablo. Las cifras de 2023 son las más altas desde 1988, cuando se iniciaron las estadísticas y un 13% superiores al récord anterior, de 2022, cuando hubo 43.817 casos.
Las especies que más atacan a los humanos son el escorpión amarillo (Tityus serrulatus) y el escorpión marrón (Tityus bahiensis), que se encuentran en todo el estado de San Pablo. Los adultos y los ancianos son los grupos de edad más afectados, pero los que más sufren por el veneno son los niños, ya que una de cada 10 picaduras se convierte en una afección médica grave. Afortunadamente, el estado está preparado para esta emergencia. Hay 213 puntos estratégicos con suero antiveneno para tratar incidentes con escorpiones repartidos por todo el territorio paulista y las unidades se han distribuido geográficamente para reducir el tiempo entre la picadura de escorpión y el tratamiento de la víctima.