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Cansancio de fin de año: qué es la inercia del sueño y cómo impacta posponer la alarma

Redacción.- Es normal a esta altura del año sentirse más cansado. Es esperable que las obligaciones diarias, la rutina, el trabajo dentro y fuera de casa, y los compromisos sociales que se suman el mes de diciembre, entre otras cosas, den por resultado un estado de agotamiento que a veces parece no resolverse sólo con dormir.

De allí que por las mañanas, cuando suena la alarma que marca el inicio de un nuevo día, el sueño pueda más y sea grande la tentación de posponerla para dormir los famosos “diez minutitos más”. Y he allí el terrible error que marcará el estado de ánimo de gran parte del día.

El médico neumonólogo y jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas Facundo Nogueira (MN 84970), dijo que,  “una vez iniciado un ciclo de sueño, si se lo interrumpe a los 10 o 15 minutos, ese proceso se detiene, y cuando la persona se vuelve a quedar dormida el ciclo se reinicia desde cero nuevamente”.

Basta imaginar que ese proceso se repita tres o cuatro veces cada mañana para comprender el agotamiento con que quienes hacen esto comienzan su día. Y así lo seguirán, pues cada vez que alguien hace esto, tardará hasta cuatro horas en despertarse realmente y volver a tener foco.

Lo primero que tenemos que tener en claro es que si se tiene esa necesidad (de posponer la alarma) es porque algún tipo de privación del sueño o de calidad del sueño, de tiempo destinado al sueño está afectado. Porque eso significa que está costando mucho despertarse de forma espontánea automática.

Entonces, si se tiende a retrasar la alarma probablemente sea porque se viene arrastrando alguna dificultad del sueño y esto se expresa en una mayor inercia del sueño. Esto significa que cuesta mucho más tiempo lograr el nivel de alerta esperado al despertarse y tener un nivel de atención óptimo, de concentración óptimo, una predisposición a la vigilia.

Y esta inercia del sueño aumenta entre otras cosas por tener pocas horas de sueño, lo que genera esa necesidad de dormir más tiempo, que el sueño sea cortado, las siestas prolongadas y el dormir mucho también genera inercia del sueño. Es decir, a nuestro organismo le va a costar muchísimo más lograr entrar en un estado de vigilia y de activación.

Durante el sueño, se ponen en reposo el cerebro, los músculos y se producen acciones reparadoras sobre estos órganos al bajar la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo cual permite aliviar la carga de trabajo del aparato cardiovascular y reduce el riesgo de hipertensión arterial, arritmias y otros problemas cardiovasculares -apuntó el neumonólogo del Hospital de Clínicas-. Por el contrario, dormir poco o dormir mal aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, básicamente la hipertensión, las arritmias y la enfermedad coronaria. 

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