El fin de los implantes
Un avance que cambiaría las reglas de juego y supondría el fin del reinado de los implantes. Al fin y al cabo, como su propio desarrollador reconocía «la idea de hacer crecer nuevos dientes es el sueño de todo dentista. He estado trabajando en esto desde que era estudiante de posgrado y estaba seguro de que sería capaz de hacerlo realidad», comentaba Katsu Takahashi, investigador principal y director del departamento de odontología y cirugía oral en el Hospital Kitano de Osaka. El equipo tiene previsto tenerlo listo para uso general en 2030.
Como se indica en la publicación japonesa Mainichi que se hacía eco del logro cuando los investigadores usaron el fármaco en hurones les creció un séptimo diente frontal adicional. Los investigadores creen que el medicamento indujo con éxito la generación de un tercer juego de dientes en sus animales de laboratorio. De hecho algunas especies de reptiles o los tiburones pueden regenerar continuamente los dientes, conseguir algo así en humanos es más complejo.
Dos casos de estudio diferentes
Para investigar el fenómeno más de cerca el equipo de Takahashi comenzó estudiando dos casos opuestos: La llamada anodoncia, una condición congénita que provoca el crecimiento de un número de dientes inferior a lo normal y la padecen alrededor del 1% de la población. Los que la sufren tienen dificultades para poder realizar acciones cotidianas como tragar, masticar o hablar, lo que afecta negativamente a su desarrollo. Se baraja que detrás de esta afección hay factores genéticos que provocan que los pacientes con anodoncia carezcan de seis o más dientes.
En el lado opuesto, está la hiperdoncia que se manifiesta también en un porcentaje similar de la población que la anodoncia, y provoca tener un número de dientes superior al normal. Según un estudio de Takahashi, uno de cada tres de estos casos se manifiesta como el crecimiento de un tercer juego de dientes. Esto lo llevó a investigar nuestra capacidad para que crezcan los dientes.
En trabajos previos del investigador en la Universidad de Kyoto había demostrado que si se suprimía un determinado gen, esto hacía que a los ratones genéticamente modificados les crecieran menos dientes. «Si hacemos de eso el objetivo de nuestra investigación, debería haber una manera de cambiar la cantidad de dientes que tienen las personas», pensó Takahashi en ese momento. Y esos estudios desvelaron que una proteína llamada USAG-1, sintetizada por el gen, limitaba el crecimiento de los dientes.
De modo que el equipo de investigación de Osaka se centró en USAG-1 y desarrolló un medicamento que actuara como un anticuerpo neutralizante, capaz de bloquear la función de la proteína. En experimentos en 2018 con ratones con una cantidad baja de piezas dentales se les administró el medicamento resultando en la aparición de nuevos dientes. Los resultados se publicaron en un artículo en EE. UU. en 2021 que atrajo la atención del mundo entero.
La opinión del presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la Primera Región
Antonio Montero Martínez, presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la Primera Región, nos explica que «es una investigación que hay que tomarla con mucha prudencia porque una cosa es que estos medicamentos funcionen en animales más simples y otra cosa es que eso se pueda trasladar a los humanos, ya que en teoría estamos hablando de conseguir que en una zona en donde no hay dientes, crezcan unos nuevos. Pero surgen inevitables preguntas ¿hay algún riesgo de que esto siga produciendo la generación de dientes sin control y haga algún tipo de tumoración?, ¿cómo serán esos nuevos dientes?, ¿podrá aplicarse a todo perfil de paciente?».
Montero señala que lleva muchos años investigándose sobre temas de regeneración para casos de dientes que están muy destruidos y para regenerar el tejido pulpar. Y en el caso de un diente que estaba necrosado por un proceso de caries con infección, vuelva a recuperar vascularización y vitalidad. También se investiga en ello con células madre. «Es la fantasía de un dentista, conseguirlo para no tener que estar con todos los aditamentos con los que andamos», afirma. No obstante, añade que lo conseguido por Takahashi es un trabajo prometedor que va por ese camino.
A futuro también cabría preguntarse qué podría significar este tipo de proyectos en países como España, donde como afirma el ‘Atlas de salud bucodental en España 2022’ solo visita al dentista, al menos, una vez al año la mitad de la población, situando a nuestro país a la cola de los hábitos de revisión periódica europea. Y añade que «los adultos mayores, según los datos de la última encuesta epidemiológica de 2020, presentan un promedio de 11 dientes ausentes. Solo el 45% tiene dentición funcional (21 dientes o más funcionales)«.
Si el siguiente paso del equipo de Takahashi en humanos es fructífero la idea sería en principio preparar el medicamento para el tratamiento de niños de dos a seis años que presenten anodoncia, y luego ir ampliando el campo de acción. «Esperamos allanar el camino para el uso clínico del medicamento», afirma el investigador que matiza, «aspiramos a que llegue el momento en que la medicina para el crecimiento dental sea una tercera opción junto a las prótesis dentales y los implantes».