Códigos y algoritmos: una exposición que reflexiona sobre cómo la IA dicta nuestro mundo
Bruselas.- En la era digital actual, donde los códigos y algoritmos forman parte de la toma de decisiones, desde el trabajo hasta la salud y el entretenimiento, surge una exposición que busca hacer accesible este complejo universo que rige nuestro día a día.
A través de las instalaciones interactivas de doce artistas, la exposición «Códigos y algoritmos. Sentido en un mundo calculado» traza un recorrido por diferentes ámbitos en los que los algoritmos impactan en nuestra sociedad.
Por ejemplo, la importancia de su neutralidad y eficiencia, los riesgos del sesgo algorítmico, las herramientas para proteger la privacidad, el vínculo entre los humanos y la inteligencia artificial y su contribución a encontrar soluciones que de otro modo «tardarían años» en resolverse o descifrarse.
«Queremos que la sociedad conozca lo que significan estos conceptos un poco complejos y qué es lo que está detrás de la inteligencia artificial y cómo, entre todos, a través del arte, podemos entender qué es lo que realmente deberíamos hacer y para qué se puede usar», indicó a EFE Carmen Morenés, la directora general de Fundación Telefónica, productora de la exposición.
Una de las obras es Normalizi.ng, del artista israelí Mushon Zer-Aviv, una investigación experimental con IA sobre aprendizaje automático que busca «analizar y comprender» qué significa «parecer normal», para hacer reflexionar a los visitantes sobre los estereotipos y la diversidad.
Mediante un teléfono móvil, una aplicación toma una foto de la cara y, después, el usuario debe elegir quién parece más «normal» entre pares de narices, bocas, ojos y caras. La máquina analizará las decisiones y la cara, para después añadirla a su «mapa algorítmico de normalidad».
El artista Diego Díaz, junto a su pareja Clara Boj, hackearon en 2017 sus móviles y, con todos los datos de su huella digital, entrenó a una IA para predecir su biografía para el año 2050. En la exposición, ambos presentan su creación en forma de libros, cada libro siendo un día y cada pila siendo un mes.
Otra de las obras expuestas utiliza la biométrica para categorizar a las personas: no fumador, sociólogo, mujer joven que no está casada, culpable o miope. De esta forma, los visitantes tienen la oportunidad de ver cómo los clasifica una máquina utilizando algoritmos y códigos.
«Creo que con este pensamiento artístico que planteamos estamos desafiando las plataformas existentes de forma diferente, viendo también lo que, por ejemplo, no pueden hacer y cómo deberían ayudarnos a entender nuestro futuro», apuntó a EFE la comisaria de la exposición, Manuela Naveau.
Una de las contribuciones «más significativas» de los algoritmos y la inteligencia artificial radica en su capacidad para generar conocimiento al abordar problemas que, de otra manera, «llevarían años resolver o descifrar», cómo prever los efectos de un medicamento sin administrarlo, cómo diseñar ciudades más inteligentes o anticipar los cambios climáticos.
Estos avances son posibles gracias a la supercomputación, y dentro de la exposición destaca una colaboración con el Barcelona Supercomputing Center (Centro Nacional de Supercomputación, CNS), ilustrando cómo el procesamiento «masivo» de datos está acelerando la investigación científica.
La responsable de comunicación del CNS, Nuria Noriega, explicó a EFE que esta pieza enseña «cómo funciona un superordenador en sus entrañas», es decir, el lenguaje que «utilizan estas supermáquinas para dar respuesta a estas preguntas».
«Cada una de las obras refleja un aspecto distinto que nos hace comprender desde lo más positivo, como entender enfermedades o avanzar de una manera más inclusiva, hasta levantar cuestiones en cuanto a los sesgos, como la identificación a través del físico, que nos puede llevar a la confusión. Todo tiene valor», afirmó Morenés.
«Códigos y algoritmos. Sentido en un mundo calculado», que pasó en 2022 por Madrid, estará en el iMAL Art Center for Digital Cultures & Technology de Bruselas hasta el 18 de febrero de 2024, y está producida por Fundación Telefónica con el apoyo de la Embajada de España en Bélgica.