SANTO DOMINGO.– ¿De dónde vienen los bebés? Cuando un niño formula esta pregunta, algunos padres se ponen nerviosos y recurren al cuento de la cigüeña. Error.
Los pequeños curiosos no tardan en buscar otras respuestas que los confunden aún más. La sexualidad nunca debe ser un tema tabú en casa. Aquí tienes las claves para hablar de forma clara y sin tapujos con tus hijos
Si los niños nacieran con un manual de instrucciones debajo del brazo, más de un padre estaría agradecido.
Por suerte, la psicóloga infantil y pedagoga Monste Doménech nos ayuda con una parte de su educación: cómo hablarles de sexualidad. En su libro “Los niños no vienen de París” (Editorial Planeta), la autora aborda cuestiones como los cambios corporales, el primer sujetador, la masturbación, las relaciones sexuales, los anticonceptivos o el embarazo.
Antes de hablar sobre estos temas, es importante que apartemos cualquier prejuicio ideológico o religioso y nos sepamos adaptar al carácter y madurez del pequeño. No es lo mismo un niño de ocho años que una adolescente de 15. En cualquier caso, la idea es “facilitar la vida de nuestros hijos en lugar de complicársela”, afirma la psicóloga.
Doménech destaca la importancia de “hacerles ver que siempre estaremos ahí como la fuente más fiable de información y apoyo cuando lo necesiten”.
Las toneladas de datos equívocos que circulan en internet o los compañeros de clase no siempre son los más indicados para resolver las dudas del niño. Por eso, ¿quién mejor que nosotros para asumir el rol de educadores sexuales? Y si no tenemos los conocimientos suficientes, la psicóloga propone consultar una enciclopedia que nos ayude a entender conceptos “para después adaptarlos al nivel de comprensión del niño mediante metáforas”.
‘Es muy pequeño y ya tiene dudas’
No importa. Jamás se deben dejar sin resolver. Si hacemos oídos sordos a su consulta, “el niño buscará la solución en otras fuentes que podrían manipularlo, confundirlo o contarle una versión para la que no está preparado”. No conviene dar la información antes de tiempo, pero tampoco retardar la respuesta.
Es imprescindible tener cuidado con lo que hacemos y decimos en todo momento, porque el pequeño observa e imita desde que nace. Somos su modelo a seguir. Para consolidar el aprendizaje, Doménech aconseja reforzar sus conductas positivas con algún incentivo y no ignorar las inapropiadas: educar no sólo es aportar conocimiento, sino también “fomentar que se adquieran buenos hábitos o relaciones sociales correctas”.
¿Vergüenza? ¿Por qué?
El sexo es lo más natural del ser humano. No hay motivos para sentirse cohibido al hablar del tema o rechazar cualquier muestra de apertura. Que nuestros hijos consideren la sexualidad como un tabú familiar no les va a ayudar.
“Podéis ocultarles la verdad, pero no por ello van a dejar de resolver sus dudas o sus problemas, ni van a evitar practicar sexo cuando se lo pida el cuerpo”, apunta la psicóloga. Lo más adecuado es quitarles de la cabeza todas las leyendas urbanas que circulan por la red o por su grupo de amigos. Es la mejor manera de prevenir embarazos no deseados y contagios de enfermedades de transmisión sexual en el futuro.
Inteligencia emocional
En un mundo donde el exceso de información, la competitividad y el estrés tienen un papel protagonista, un niño que haya recibido educación emocional estará más preparado para ‘salir de la burbuja’ de papá y mamá. La empatía, la asertividad o la autocrítica son algunas cualidades tan importantes como la capacidad de hablar de sexo sin prejuicios. Si los padres trabajan estos aspectos, los pequeños crecerán en valores.
“La casa debe ser el refugio que da apoyo a los niños para expresar lo que sienten sin miedo a ser rechazados o criticados”, afirma Doménech.
Diez consejos para no olvidar
- La educación se basa en un desarrollo equilibrado entre el cuerpo y la mente. Por ello hay que alimentar a los niños física e intelectualmente: con deporte y actividades culturales, por ejemplo.
- Los padres deben educar en un sentido integral, en todos los aspectos. Mejor no delegar facetas de la educación en los abuelos, la escuela o los amigos. Si lo hacemos, podemos llevarnos desagradables sorpresas.
- Los niños no se traumatizan con el sexo si les transmitimos amor y naturalidad. Al contrario: la prohibición, coacción, ocultación o muestra del sexo como algo sucio y pecaminoso genera traumas y rebeldía.
- No hay nadie como los padres para saber cuándo su hijo está preparado para tener relaciones sexuales sanas, siempre que lo conozcan bien y la comunicación sea fluida.
- Hay que saber poner límites para que los hijos no tengan relaciones sexuales sin estar preparados. Si les inculcamos valores y una educación sexual sana y realista desde pequeños, no hace falta imponer nada.
- Abordar un problema a tiempo evita males mayores. Si esperamos, el resultado será peor.
- Los niños crecerán con seguridad si hay una buena comunicación desde la infancia. Será su guía para enfrentarse a la vida y prevenir riesgos en las relaciones sexuales.
- La cercanía con los hijos es imprescindible. Hay que aguantar el ‘chaparrón’ de la rebeldía propia de la adolescencia. En momentos cruciales, recordarán las palabras y buen criterio de sus padres.
- No hay que meterles miedo en temas de sexualidad, pero deben saber que existen riesgos. Conocer es prevenir.
- Si hay problemas, debemos estar ahí para ayudarles. Hacer que se sientan culpables sólo aporta temor y más dolor del que ya les causa esa situación de por sí.