REDACCIÓN.- Durante el verano, Laura Marciano, investigadora de Harvard, entrevistó a 500 adolescentes para un estudio continuo en el que se investigaba la relación entre la tecnología y la soledad. Los resultados fueron sorprendentes.
Durante varias semanas, los adolescentes, que fueron reclutados con la ayuda de influencers de Instagram, respondieron tres veces al día a un cuestionario sobre sus interacciones sociales. En cada ocasión, más del 50% afirmó no haber hablado con nadie en la última hora, ni en persona ni en línea.
Dicho de otro modo, aunque los adolescentes estaban de vacaciones y pasaban mucho tiempo en las redes sociales, la mayoría no socializaba en absoluto. Los estadounidenses pasan ahora más tiempo solos, tienen menos amistades íntimas y se sienten más alejados socialmente de sus comunidades que hace 20 años.
Uno de cada dos adultos afirma experimentar soledad, la angustia fisiológica que sufren las personas a causa del aislamiento social.Desde entonces, estudiosos y psicólogos han acelerado la investigación para determinar si la tecnología está contribuyendo a ella.
Las interacciones más personales, como las llamadas telefónicas, han sido sustituidas por los mensajes de texto. Cuando la gente transmite su vida en TikTok e Instagram, puede que no se esté representando a sí misma de forma genuina.
“Es difícil saber quién es real en Internet, y es difícil para la gente ser ellos mismos en Internet, y eso es una receta para la soledad”, dijo el Dr. Murthy en una entrevista. Llegó a la conclusión de que la soledad se había convertido en una epidemia tras revisar estudios científicos y hablar con estudiantes universitarios el año pasado.
En los últimos meses me he adentrado en una madriguera de conejos leyendo trabajos de investigación y entrevistando a académicos sobre tecnología y soledad.
(Muchos estudios se centraban en cómo utilizaban la tecnología los más jóvenes, pero sus conclusiones seguían siendo relevantes para los adultos mayores que utilizaban la misma tecnología).
El consenso entre los académicos era claro: aunque había pocas pruebas de que la tecnología provocará directamente la soledad (muchas personas sanas y socialmente conectadas utilizan mucha tecnología), existía una fuerte correlación entre ambas, lo que significa que quienes afirmaban sentirse solos podían estar utilizando la tecnología de forma poco saludable.
La correlación se basaba en tres compartimientos principales:
En aplicaciones de redes sociales como Instagram, muchos caían en la trampa de compararse con los demás y sentir que iban a la zaga de sus compañeros. Los mensajes de texto, con diferencia la forma más popular de comunicación digital, podrían estar creando una barrera a la conexión auténtica.
Y, quizá no resulte sorprendente, algunas personas que se sentían solas también mostraban personalidades adictivas -en este caso, a los vídeos en streaming- que las mantenían encerradas en sí mismas.
Los peligros de hacer comparaciones en las redes sociales
Una de las investigaciones más exhaustivas sobre tecnología y soledad realizadas hasta la fecha, dirigida por la Dra. Marciano y sus colegas, fue una revisión que reunió datos de 30 estudios publicados durante la pandemia sobre el uso de la tecnología y la salud mental de los adolescentes.
La mayoría de los estudios hallaron que las redes sociales estaban relacionadas con la soledad, concretamente cuando las personas hacían comparaciones desfavorables de sí mismas con otras en línea.
Tanto en Internet como fuera de ella, las personas se comparan de forma natural con los demás, un comportamiento que los psicólogos denominan comparaciones sociales.
Las comparaciones sociales pueden manifestarse en Internet de muchas formas distintas. Por ejemplo, contando el número de «me gusta», «comentarios» y «reenvíos» que reciben tus publicaciones en comparación con las de tus amigos.
Puede ser comparado tu cuerpo con el de una influencer de belleza o fitness. Para los padres, podría ser seguir el desarrollo de su recién nacido en comparación con el de otros bebés. Cuando uno siente que va por detrás de los demás en la vida, puede aislarse.
Las comparaciones sociales no siempre son malas. En el ámbito académico y laboral, por ejemplo, muchos estudios han demostrado que compararse con otras personas de alto rendimiento puede motivar para realizar un trabajo de alta calidad. Así que la solución no es simplemente dejar de compararnos con otros en línea, dijo Chia-chen Yang, profesora de psicología educativa en la Universidad Estatal de Oklahoma.