Antes de la aparición de los productos de higiene menstrual, las mujeres adoptaron diferentes prácticas para vivir de la mejor manera posible sus reglas a lo largo de los siglos, como tomar medicamentos para garantizar la regularidad o usar paños para retener la sangre.
Este 28 de mayo se celebra el Día de la Higiene Menstrual. Este es un resumen de los métodos usados durante siglos por las mujeres durante sus reglas.
REMEDIOS PARA UNA MENSTRUACIÓN REGULAR
Desde la Antigüedad, la medicina se interesa por la menstruación, pero no logra comprenderla durante siglos.
«Se pensaba que las mujeres debían evacuar regularmente esta sangre para estar en buena salud», indica a la AFP Nahema Hanafi, profesora de Historia en la universidad francesa de Angers.
Esta visión domina el ámbito médico y la sociedad a lo largo de los siglos.
En la época moderna (siglos XV-XVIII), para favorecer la evacuación regular de esta sangre, «las mujeres se aplican remedios caseros, realizan lavados, ejercicios físicos o ingieren plantas que regulan el ciclo menstrual», describe la historiadora.
Desde la Antigüedad surge también una visión de desprecio de las menstruaciones, considerando esta sangre como impura.
UN TEMA NO SIEMPRE TABÚ
Las mujeres de una misma familia o comunidad se informaban principalmente entre ellas. Pero también discutían sobre sus períodos con los hombres.
«En la época medieval y moderna, se habla de las menstruaciones porque se trata de un tema crucial de salud que interesa a toda la familia», explica Hanafi.
Las mujeres de la nobleza mencionan sus reglas en su correspondencia con su tío o su padre.
Las menstruaciones se convierten en tabú en el siglo XIX, con la aparición de la burguesía, que erige nuevos modelos sociales, según la historiadora.
El pudor se impone como virtud femenina. «Se aleja todo lo relativo al cuerpo y a la sexualidad de la mirada de las mujeres, lo que les impedirá estar informadas sobre estos temas y evocarlos», precisa Nahema Hanafi.
¿PAÑOS O DEJAR FLUIR?
A lo largo de la historia, las mujeres han llevado principalmente faldas o vestidos.
Las campesinas dejaban que la sangre fluyera sobre el cuerpo. Las mujeres de la burguesía o de la nobleza usaban paños para recogerlo, mantenidos con nudos o ganchos, en ausencia de ropa interior.
Cabe señalar que las mujeres tenían menos ciclos menstruales que en la actualidad debido a los embarazos más numerosos.
La edad promedio de la aparición de las primeras reglas también era más tardía: cerca de 16 años hacia 1750, frente a los 12,6 años actuales, según el Instituto Nacional de Estudios Demográficos.
ÉXITO DE LAS PROTECCIONES HIGIÉNICAS
Los primeros productos menstruales aparecieron a finales del siglo XIX, especialmente en Estados Unidos y el Reino Unido.
Estos antepasados de las protecciones higiénicas eran «ásperos, anchos y difíciles de llevar porque se sujetaban con una cintura elástica y ataduras», describe Sharra Vostral, profesora de historia en la universidad estadounidense de Purdue.
Las protecciones higiénicas se difundieron a partir de los años 1920, gracias a los anuncios en un contexto de desarrollo del consumo.
Los tampones llegaron a partir de los años 1930.
Se consideraba a las mujeres frágiles durante la menstruación y «estos productos les permitían actuar como si no tuvieran períodos, superar los prejuicios asociados» y proseguir con sus actividades profesionales o de ocio, subraya Vostral.
La copa menstrual también apareció en la década de 1930, pero se extendió más ampliamente recién en la década del 2000.
NO MÁS SANGRE AZUL
Desde hace algunos años, las mujeres disponen de nuevas opciones para sus días menstruales, como protecciones lavables y ropa interior especial.
«Nos llevó mucho tiempo ofrecer productos a la altura de la necesidad y la comodidad de las mujeres», explica Elise Thiébaut, autora de «Esta es mi sangre» (The Discovery, 2017).
Paralelamente, el tema de las menstruaciones emerge en el debate público.
En las redes sociales, cuentas informan a las jóvenes y asociaciones luchan contra la precariedad menstrual.
Los anuncios representan ahora la sangre menstrual con líquido rojo en lugar de azul.
«La palabra se ha liberado de una manera excepcional en los últimos cinco años, pero solo en ciertas generaciones, ámbitos y países», matiza Thiébaut.