REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Los científicos, pertenecientes al Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), publicaron las conclusiones de su trabajo en la revista eLife.
Según informó el CNIC en una nota de prensa difundida este martes, unas determinadas proteínas (las «p38») controlan una amplia gama de procesos y su desregulación está relacionada con numerosas enfermedades, lo que las convierte en una prometedora diana farmacológica para uso terapéutico.
El corazón humano late alrededor de cien mil veces cada día para bombear sangre a todo el cuerpo continuamente, suministrando el oxígeno y los nutrientes que los órganos necesitan para funcionar, señaló el CNIC.
Añadió que su función es mantener satisfechas las demandas de sangre durante situaciones normales, pero también durante situaciones de estrés.
Para conseguirlo, el corazón tiene la capacidad de aumentar su tamaño, en un proceso conocido como hipertrofia: La hipertrofia cardiaca puede producirse en circunstancias normales, como el crecimiento normal durante el desarrollo tras el nacimiento o la hipertrofia cardiaca inducida por el ejercicio físico, ha observado Rafael Romero, autor principal del estudio.
En otros casos, esa hipertrofia también puede ser causada por enfermedades como la hipertensión o algunas enfermedades genéticas, y los investigadores han profundizado ahora en las diferentes funciones que desempeña esa familia de proteínas.
Las proteínas de la familia «p38» controlan un amplio espectro de procesos, por lo que son una prometedora diana farmacológica para uso terapéutico, aunque de momento solo se han logrado inhibidores específicos para alguna de ellas y los resultados de los ensayos clínicos con humanos hasta ahora «han sido decepcionantes», según la investigadora Guadalupe Sabio, directora del estudio.
Sin embargo, los investigadores han observado en ratones mutantes que otras proteínas de la misma familia sí pueden constituir dianas farmacológicas «potencialmente interesantes», y los resultados de su trabajo abren la puerta a la búsqueda de inhibidores específicos que se podrían utilizar para tratar enfermedades cardiacas sin la «cardiotoxicidad» que han mostrado otros con los que se ha experimentado hasta ahora.