SANTO DOMINGO, RD- Los niños solo deberían estudiar, jugar y soñar, pero millones en todo el mundo les toca asumir su propio sustento y el de sus familiares.
Precisamente hoy, la fecha les encara a los países las debilidades de las acciones para erradicar este tipo de explotación.
Son apenas unos muchachos y ya cargan la responsabilidad de llevar dinero a casa a finalizar el día, lo preocupante es que son escasas las acciones del Estado dominicano para sacarlos de trabajar y devolverlos a las aulas.
Así van desplazando los estudios, sueños, anhelos y hasta la inocencia.
Ven cada vez más profunda la brecha entre su realidad y los derechos a la educación, la salud y una vida plena en bienestar integral, que les consagra la Constitución.
En parques de la capital se ganan el peso niños haitianos abandonados a su suerte tras la deportación de sus padres.
A vender mercancía junto a sus niños también salen madres dominicanas. Ven en esta acción la oportunidad de que sus hijos que conozcan el valor del dinero.
Las peores formas de trabajo infantil comprenden la esclavitud, la prostitución, el reclutamiento para actividades ilícitas, o en general cualquier trabajo que dañe su salud, ponga en peligro su seguridad o afecte la integridad moral.
El Código de laboral dominicano en su artículo 244 prohíbe el trabaja en menores de 14 años, salvo excepciones en favor de la enseñanza, el arte y las ciencias.