REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Las horas se han convertido en días en el sur de Turquía, y con ello se saca con vida a menos personas de entre los escombros de inmuebles que colapsaron luego del terremoto que sacudió la región.
Mientras los familiares observan cómo los equipos de rescate se afanan en la recuperación, también enfrentan una terrible verdad: Que es poco probable que vuelvan a reunirse con sus seres queridos desaparecidos.
En Nurdagi, una ciudad de unos 40,000 habitantes ubicada entre montañas nevadas a unos 56 kilómetros (35 millas) de distancia del epicentro del sismo, una multitud de espectadores, en su mayoría familiares de personas atrapadas en el interior, observaban el jueves cómo máquinas pesadas trabajaban en un edificio que se había derrumbado, con sus pisos encajados uno sobre otro con poco más que unos centímetros de separación.
Mehmet Yilmaz, de 67 años de edad, observaba a lo lejos mientras las excavadoras y demás equipo de demolición empezaban a derribar lo que quedaba del edificio donde seis miembros de su familia, incluidos tres niños y un bebé de 3 meses, quedaron atrapados.
La operación no era de rescate, sino de demolición.
“No hay esperanza. No podemos renunciar a nuestra esperanza en Dios, pero entraron en el edificio con dispositivos sonoros y perros y no había nada”, dijo Yilmaz. Lleva tres días sin moverse de su esperanzada posición junto al edificio.
Calcula que alrededor de 80 personas siguen atrapadas en la estructura colapsada, pero dijo que no cree que alguno sea sacado con vida.