REDACCIÓN INTERNACIONAL.- A dólar, a dólar», se escucha en el centro de Quito, donde la vida sigue con normalidad, a pesar del asesinato de uno de los candidatos a la Presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio, y donde los temores por el empeoramiento de la situación de seguridad en el país subyacen pero no aplacan.
Sólo una bandera a media asta en el Ministerio de Gobernación, en la céntrica plaza de la Independencia, indica sutilmente que la campaña presidencial dio un vuelco el pasado miércoles, cuando presuntos sicarios colombianos asesinaron a la salida de un mitin a Villavicencio, un periodista y férreo opositor del expresidente Rafael Correa (2007-2017).
Martha Pazmiño ha acudido como cada fin de semana a su puesto de artesanías en el centro de la capital; «el que no vende, no tiene», justifica.
«Estamos todo el país consternado. Nunca en el país se esperó vivir esa situación tan grave, tan espantosa, pero aquí la gente está en las actividades normales, siempre con precauciones», dice esta comerciante que vende tapetes de ganchillo y muñecas para vestir botellas que teje su madre.