El diseñador de 8 años que está revolucionando el mundo de la moda
REDACCIÓN.- Max Alexander, además de ser un niño de 8 años, es un prodigio de la moda. Con más de tres millones de seguidores en redes sociales y con su corta edad, logró ser el diseñador más joven en una pasarela, tras su debut en la Semana de la Moda de Denver a los 7 años.
Su talento lo llevó aún más lejos: en septiembre de 2024, presentó su colección en la New York Fashion Week, donde deslumbró al público con vestidos confeccionados con materiales poco convencionales como bolsas de café y corbatas.
El joven diseñador, además de contagiar alegría y pasión, vistió a celebridades como Sharon Stone, recibió encargos de diversas personalidades, y consolidó su nombre en la industria.
Desde que pidió un maniquí a los 4 años y mostró su inclinación por la moda, el camino de Max es una mezcla de creatividad, apoyo familiar y un enfoque singular que combina lo lúdico con la alta costura.
Max Alexander:
La historia de Max es tan única como sus diseños. Desde que sorprendió a su familia con el anuncio de su pasión por la moda desde tan pequeño, su camino estuvo marcado por una determinación poco común en alguien de su edad.
Max, que creó más de un centenar de piezas y perfeccionó su estilo a través de clases formales y experimentación, atribuye su talento a una conexión especial con la moda.
“Creo que fui Gucci en una vida pasada. En realidad lo fui”, declaró con confianza en una entrevista con People. La seguridad y el carisma también forman parte de su personalidad.
“Soy modisto”, fue la frase que le dijo a sus papás, quienes acompañan con atención y cuidado los pasos de su hijo. Y así empezó en el mundo fashionista con un futuro prometedor.
De un maniquí de cartón a la alta costura
Max Alexander nació en 2016 en Los Ángeles, California, en el seno de una familia multicultural donde la creatividad era parte del día a día.
Su padre, de origen canadiense, y su madre, Sherri Madison, artista que trabaja con cartón reciclado, fomentaron un entorno que estimulaba la imaginación. Max compartió su infancia con un hermano menor y una hermana mayor, y creció en un hogar lleno de estímulos artísticos.
Y aún más: asistió a la escuela de artes Little Dolphins by the Sea, donde se vio influenciado por obras de artistas como Vincent Van Gogh, Yayoi Kusama, Frida Kahlo y Alexander Calder.
Ahora cursa el colegio primario, pero a los 4 años, en plena pandemia, Max sorprendió a su familia con un anuncio inesperado: quería ser diseñador de modas.
Lo que inicialmente pareció una ocurrencia infantil, rápidamente se transformó en una muestra de talento. O un poco más: un niño prodigio. Max pidió un maniquí con la misma seriedad con la que otros niños piden juguetes. “Estaba muy serio. No se reía”, contó su madre a People, quien le dijo en aquel entonces que nunca lo había visto interesado en la moda. Él le contestó: “Eso es porque no tengo un maniquí. Si me consigues uno, te lo mostraré. Soy modisto”.
De un maniquí de cartón a la alta costura
Max Alexander nació en 2016 en Los Ángeles, California, en el seno de una familia multicultural donde la creatividad era parte del día a día. Su padre, de origen canadiense, y su madre, Sherri Madison, artista que trabaja con cartón reciclado, fomentaron un entorno que estimulaba la imaginación. Max compartió su infancia con un hermano menor y una hermana mayor, y creció en un hogar lleno de estímulos artísticos.
Y aún más: asistió a la escuela de artes Little Dolphins by the Sea, donde se vio influenciado por obras de artistas como Vincent Van Gogh, Yayoi Kusama, Frida Kahlo y Alexander Calder. Ahora cursa el colegio primario, pero a los 4 años, en plena pandemia, Max sorprendió a su familia con un anuncio inesperado: quería ser diseñador de modas.
Lo que inicialmente pareció una ocurrencia infantil, rápidamente se transformó en una muestra de talento. O un poco más: un niño prodigio. Max pidió un maniquí con la misma seriedad con la que otros niños piden juguetes. “Estaba muy serio. No se reía”, contó su madre a People, quien le dijo en aquel entonces que nunca lo había visto interesado en la moda. Él le contestó: “Eso es porque no tengo un maniquí. Si me consigues uno, te lo mostraré. Soy modisto”.
Ante su insistencia, su madre le construyó un maniquí de cartón. Fue entonces cuando las primeras creaciones de Max comenzaron a tomar forma, usando cintas, envolturas plásticas y restos de tela sujetados con nudos y cinta adhesiva.
Max le pidió a su madre que le enseñara a usar la máquina de coser. “Pensé que era demasiado joven”, recordó Sherri, pero aun así, lo sentó en su regazo y le dijo: “No toques nada, solo mira”. Para sorpresa de todos, en solo dos semanas Max ya estaba de pie, manejando la máquina por sí mismo.
Pronto, su entusiasmo se tradujo en diseños más elaborados. El talento visible, la determinación y creatividad del joven diseñador hicieron que en 2021 lanzara su propia marca: Couture to the Max. “Empezó a coser muy, muy rápido”, dijo Sherri, y agregó que cuando comenzó a confeccionar vestidos, “fue una locura”. Rápidamente, superó las habilidades de su madre, quien decidió inscribirlo en clases de costura en una tienda local.
Allí, recibió instrucción sobre patrones, drapeado y confección precisa, habilidades que le permitieron transformar sus ideas en piezas más sofisticadas. Estos aprendizajes se sumaron a su talento natural, permitiéndole consolidar un estilo propio y empezar a diseñar con una visión más definida.
“Está muy comprometido con el proyecto y se divierte mucho. Es realmente su lugar feliz, su estudio, e incluso juega con el material”, afirmó su mamá.
Max Alexander completó su primera colección en el verano de 2021 y tuvo su estreno en un desfile en Los Ángeles. Desde entonces, confecciona vestidos para clientes en todo el mundo y trabajó con celebridades como Sharon Stone, Debra Messing, Lola Andreoni y Bob’s Dance Troupe, y recibe consejos, enseñanzas y mentorías de destacados diseñadores como Bob Mackie, Isaac Mizrahi y Christian Siriano.
La marca de Max se expandió y ahora ofrece bufandas, mantas, kimonos y chaquetas, con una clientela global, con pedidos desde Francia, México, Brasil, Alemania, Canadá y en todo Estados Unidos. Incluso, desde sus redes sociales ―gestionadas por su madre― ofrece tutoriales.
Pero no se quedó ahí.
El debut del diseñador más joven del mundo
El desfile de la primera colección de Max Alexander se llevó a cabo en Los Ángeles, California. El evento tuvo lugar cuando el joven diseñador tenía solo 5 años. Este hito marcó su debut en el mundo de la moda y dejó asombrados a los asistentes, y mostró su talento único y visión a tan corta edad.
Con estampados de temática tropical y de selva adornados con detalles de alta costura, la presentación marcó el inicio de su estilo distintivo.
La estética temprana de Max reflejaba la influencia de la cultura californiana, inspirada en la mentoría de la casa de moda de Ryan Patros y Walter Mendez, y sus frecuentes visitas a la costa de California.
El océano fue una fuente constante de inspiración en su obra, con elementos como algas, olas y materiales refractivos apareciendo en sus diseños.
El niño se encargó de cada uno de los detalles durante semanas. “Primero seleccioné a mis modelos, seleccioné qué vestidos iban a usar, luego puse los vestidos en orden, para que saliera uno a la vez, y fue muy divertido”, dijo.
En novimebre de 2023, a sus 7 años, Max Alexander alcanzó un hito importante al debutar en la Semana de la Moda de Denver, convirtiéndose en el diseñador de pasarela más joven, un récord que le otorgó el Libro de los Récord Guinness. Pero el niño prodigio fue un poco más allá con su talento.
Su debut en la New York Fashion Week con materiales poco convencionales
El estilo de Max Alexander destacó desde sus primeras colecciones por su enfoque lúdico y su uso de materiales poco convencionales. Durante su debut en la New York Fashion Week, en septiembre de este año, Max presentó una colección con seis vestidos únicos.
La colección incluía diseños de vestidos hechos con hasta más de 8.000 bandas elásticas, otros con bolsas de café recicladas y corbatas, con gran habilidad para convertir elementos cotidianos en piezas de alta costura.
Uno de los diseños preferidos de Max fue “el vestido de flores”, una prenda que él mismo describió como su favorita. Este vestido fue una transformación de un antiguo vestido de boda, al que añadió malla de colores, organza y flores de tela que decoraban el corpiño y la falda.
Por su parte, la marca de Max sigue creciendo al ritmo del suyo propio. Desde sus inicios mantiene un estilo juvenil y audaz que marca tendencias. Su enfoque se centra en destacar la forma femenina con un diseño innovador que integra detalles de alta costura y un uso creativo de materiales poco convencionales.
La estética de la marca combina elementos divertidos y sofisticados, que reflejan la personalidad y la visión de Max, quien busca que “todas las mujeres, de todos los tamaños y formas, se sientan cómodas”, según expresó en entrevistas.
“Él no piensa en las cosas como un adulto, lo que agrega un toque de fantasía a sus diseños”. Esta observación destaca cómo la perspectiva infantil de Max contribuye a la creatividad y originalidad que lo caracterizan en el mundo de la moda.
Además, Sherri también recordó un momento cuando Max cuestionó por qué solo existían faldas circulares y decidió crear versiones con formas de cuadrados, rectángulos y triángulos, mostrando su capacidad de pensar fuera de lo convencional.
Además de vestidos, la marca se expandió con diseños para varones y niños, manteniendo un enfoque fresco y contemporáneo que atrae tanto a audiencias jóvenes como a expertos en moda.
El respaldo incondicional de la familia detrás del joven prodigio
El acompañamiento y cuidado de Max Alexander por parte de su familia han sido claves para que su talento crezca de manera saludable y equilibrada.
Desde el inicio de su pasión por la moda, su madre fue su mayor apoyo, asumiendo el rol de asistente, mentora y protectora. Cuando Max empezó a ganar popularidad, Sherri se encargó de gestionar su cuenta de Instagram, que ahora tiene más de tres millones de seguidores.
“No quiero que él se involucre demasiado”, señaló e hizo énfasis en la importancia de protegerlo de los aspectos más duros del mundo digital. La madre se ocupa de que el joven no relacione su talento y valor con la fama. “Él sabe que la gente quiere su trabajo… pero no creo que necesite saber la cantidad de seguidores”, enfatizó Sherri.
Así, su madre puso el foco en proteger la autoestima y la edad de Max, manteniendo la prioridad en su amor por el diseño. La familia se esfuerza en garantizar que la experiencia sea divertida y formativa, y Sherri lo resumió con una reflexión compartida al New York Post: “Siempre volvemos a: ¿es esto algo que Max quiere hacer? ¿Todavía se está divirtiendo?”.
El apoyo familiar va más allá de la gestión de su carrera y busca un equilibrio con su vida cotidiana. Sherri relató que, aunque la agenda de Max puede ser exigente, mantenerlo en la escuela y asegurarse de que tenga una infancia normal es fundamental.
“Es cada vez más difícil”, admitió, y dio cuenta del esfuerzo de la familia para combinar la educación primaria con los compromisos de la alta costura. A pesar de las crecientes demandas, la prioridad de su madre es que Max mantenga su pasión intacta y disfrute de su tiempo en la moda, sin perder de vista lo que significa ser un niño.