REDACCIÓN.- Uno de los cuadros típicos del inicio de la alimentación sólida a los hijos es el memorable momento en que escupen todo.
Con el tiempo se logra que vayan incorporando alimentos y cuando ya se cree que se ha cantado victoria, vuelven los rechazos y las luchas, el contorno del plato decorado con todo lo que no quisieron e incluso la decisión de no comer.
Esto sucede por la llamada neofobia, el rechazo a nuevos alimentos, muy frecuente en la infancia, ya que en gran medida requiere educar el paladar.
Estudios afirman que esto puede representar un riesgo para la salud del niño o niña, ya que puede implicar una dieta deficiente, lo que puede afectar la talla y el peso, impactar en su desarrollo cognitivo y en su sistema inmunológico.
Ante esta situación muchas familias, sin saberlo, aplican técnicas que no son las más efectivas. El obligar a un niño o niña a comer todo lo que está en el plato y castigarlo si no lo hace, ya sea con la prohibición de postre, golosinas o de otras maneras, genera una predisposición negativa que se le suma a la neofobia alimentaria y la empeora, según los expertos.
Debido a esto es que los especialistas de nutrición infantil del PROFENI brindan estrategias para manejar este rechazo de tal manera que se logre mejorar la relación que mantienen los niños con la comida para que gocen de una salud óptima.
¿Cómo son los patrones alimentarios en los niños y niñas?
El aprendizaje de los sabores es un proceso que se lleva a cabo incluso desde antes de que los infantes prueben sus primeras comidas. Los expertos destacan que al principio suele existir una mayor inclinación a lo dulce, y que la incorporación de nuevos alimentos se da gracias a la exposición repetida a lo largo del tiempo.
“Las primeras experiencias con la comida, incluyendo la lactancia materna, impactan en las futuras preferencias de sabor, pero el sabor es una construcción de la que participan los sentidos del gusto, del olfato y del tacto; la textura del alimento cumple un rol preponderante en la infancia, así como su color.
Es fundamental que el momento de la comida sea placentero para ellos y que vean que los nuevos alimentos son de consumo habitual para el resto de la familia”, manifestó la doctora Cecilia Araujo, pediatra especialista en nutrición pediátrica de la sección Nutrición y Diabetes del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
En la actualidad, los infantes con neofobia alimentaria poseen una dieta con alto contenido de grasas. A su vez, presentan poca variación en el consumo de verduras y frutas, tan solo el 20% de las cantidades recomendadas, según señalaron en un informe reciente de la Fundación Interamericana del Corazón y UNICEF.
Estos alimentos contienen fibra, esencial para una buena digestión y absorción de nutrientes ya que contribuye al buen funcionamiento de la microbiota intestinal.
Además, se observó que no incorporan las porciones de lácteos requeridas para mantener niveles saludables de calcio y vitamina D. Los especialistas destacan que el yogur, en específico, aporta probióticos, que son microorganismos que también sirven para promover el desarrollo de las bacterias del intestino. Por ende, al no ingerir estos alimentos cruciales, es posible que el sistema digestivo no cuente con este beneficio.
“Es crucial entender que las preferencias alimentarias se desarrollan desde una edad muy temprana, a partir de las primeras experiencias con los diferentes sabores.
Los padres, madres y/o cuidadores deben ser pacientes y persistentes en la exposición de sus hijos a una amplia variedad de alimentos para fomentar hábitos saludables a largo plazo”, resaltó Mariana Raspini, licenciada en Nutrición, especialista en Nutrición Pediátrica de la Universidad de Buenos Aires.
Debido a esto es que los hábitos alimentarios de las personas del entorno del bebé son de suma importancia. Si los adultos muestran un consumo limitado de alimentos, puede impactar de manera directa en el infante y en su grado de aceptación a las nuevas comidas.
Las tendencias que se muestran entre los 2 y 3 años de edad marcan las características de la alimentación en la adultez, y pueden generar complicaciones de salud debido a la falta de nutrientes. Es fundamental comprender la personalidad de los niños y, sobre todo, sus primeras experiencias con la comida para saber de qué manera abordar una diversificación de los alimentos que forman parte de sus dietas.
¿Cuáles son las mejores estrategias para superar la neofobia alimentaria?
Desde el equipo médico especializado en nutrición infantil, PROFENI, recomiendan técnicas para mejorar la predisposición en niños y niñas a probar e incorporar alimentos nuevos a sus dietas:
Se debe asegurar un entorno social positivo a la hora de comer. Es vital el evitar situaciones de tensión en la mesa, en especial aquellas vinculadas a la aversión del infante hacia las comidas, ya que podría empeorar la situación a largo plazo. En su lugar, tiene que prevalecer el disfrute y la alegría, además de la garantía de un entorno seguro.
Para que la transición hacia un menú más amplio sea gradual y amena, se pueden combinar nuevos alimentos con las comidas preferidas del niño o niña. De esta manera es más probable que sean aceptados.
Un aspecto clave es la exposición repetida.
Al agregar un alimento en pequeñas cantidades, y cocinado o preparado de distintas formas, se puede aumentar la probabilidad de aceptación por parte del infante. “La aceptabilidad de una nueva fruta o verdura aumenta tras 8 a 10 exposiciones a ésta”, comentaron desde el grupo de profesionales.
Incluir a los niños y niñas en la preparación de los alimentos. “Involucrarlos en la preparación puede hacer la diferencia en su disposición a probar y aceptar nuevas opciones; siempre garantizando que la cocina sea un lugar seguro (sin elementos cortantes a mano, priorizando el encendido de hornallas posteriores y asegurándose de que se alejen del horno prendido)”, aclaró la doctora Ana María Tamagnone, pediatra, diplomada en neurodesarrollo e intervención temprana en niños pequeños.
Comer alimentos variados en frente de los infantes puede incrementar su aceptación, ya que los estimula a consumirlos al observar que son seguros.
Por último, los expertos recomiendan proporcionar 3 alimentos nuevos 3 veces cada uno. Es importante alternarlos a lo largo de los días, ya que se notó una mayor efectividad en comparación a si se los ofrece durante 3 días seguidos.