BEIJING.-El régimen de China advirtió al gobierno de Estados Unidos que tomará “todas las medidas necesarias” en respuesta a la reciente aprobación por parte del Departamento de Estado de un paquete de armas valorado en 2.000 millones de dólares para Taiwán, que fue autorizado el viernes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing calificó la venta como una violación de la soberanía y los intereses de seguridad de China y alertó que esta operación “amenaza la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”.
El paquete de armas, que incluye sistemas avanzados de misiles tierra-aire y radares, fue recibido en Taipei como un respaldo a la defensa de la isla, cuyo gobierno ha enfrentado crecientes presiones y despliegues militares del régimen de Xi Jinping China.
Mediante un comunicado, la portavoz de la presidencia de Taiwán Karen Kuo celebró la decisión estadounidense y subrayó que este apoyo militar contribuye al “fortalecimiento de la capacidad de autodefensa de Taiwán” y es “fundamental para mantener la estabilidad regional”.
Mediante un comunicado, la portavoz de la presidencia de Taiwán Karen Kuo celebró la decisión estadounidense y subrayó que este apoyo militar contribuye al “fortalecimiento de la capacidad de autodefensa de Taiwán” y es “fundamental para mantener la estabilidad regional”.
También destacó que la venta “reafirma el firme compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Taiwán”, y que su administración seguirá “fortaleciendo la autodefensa para proteger el orden internacional basado en reglas y garantizar la paz, estabilidad y prosperidad en la región del Indopacífico”.
En Washington, la Agencia de Cooperación para la Seguridad de la Defensa (DSCA) detalló que Taiwán solicitó la compra de avanzados sistemas de radar AN/TPS-77 y AN/TPS-78, así como tres unidades del Sistema Nacional Avanzado de Misiles Tierra-Aire (NASAMS), con un total de 123 misiles aire-aire. Este tipo de sistema defensivo es similar al suministrado por Estados Unidos a Ucrania, en su esfuerzo por defenderse de la invasión rusa.
En reacción a esta venta de armas, el régimen chino anunció sanciones contra nueve empresas estadounidenses vinculadas al sector de defensa, entre ellas Sierra Nevada y Cubic, que han participado en acuerdos de armas con Taiwán. Beijing ya ha tomado medidas similares en el pasado, intentando presionar a EEUU para que frene su apoyo militar a la isla. Sin embargo, la administración estadounidense considera que estos acuerdos favorecen sus propios intereses de seguridad y apoyan a Taiwán en el fortalecimiento de su defensa.
Para el régimen chino, la situación de Taiwán representa una cuestión crítica de “soberanía” y China no ha descartado el uso de la fuerza para controlar la isla. Al concluir la guerra civil en 1949, las fuerzas nacionalistas chinas se replegaron a Taiwán, estableciendo un gobierno autónomo que ha continuado hasta hoy, mientras el régimen comunista ha mantenido su reclamación territorial sobre la isla, a la que considera “una provincia rebelde”.
La cuestión taiwanesa ha sido uno de los principales puntos de fricción entre Beijing y Washington, una relación que se tensiona cada vez que Estados Unidos refuerza la defensa de Taiwán.
Estados Unidos ha mantenido una política de apoyo constante a Taiwán, suministrándole armas y reforzando sus capacidades defensivas ante la amenaza creciente de una posible invasión china.
La actual administración de Joe Biden ha aprobado 17 ventas de armas a Taiwán, fortaleciendo así la alianza con la isla en un contexto de creciente presión militar de China en la región.
Además, la DSCA señaló que esta venta “favorece los intereses nacionales, económicos y de seguridad de los Estados Unidos”, ya que fortalece las capacidades de defensa de Taiwán, promoviendo una mayor estabilidad en el área del Indo-Pacífico.
China, por su parte, continúa intensificando su presencia militar alrededor de la isla.
Las repetidas incursiones aéreas y navales en las cercanías de Taiwán, así como las amenazas de tomar “todas las medidas necesarias” para evitar su independencia, reflejan la política cada vez más agresiva de Beijing hacia Taipéi y hacia cualquier intento de apoyo internacional a su soberanía.