Por medio de la extorsión a la industria, las pandillas se han convertido en un enésimo obstáculo al despertar de la economía haitiana, en recesión desde 2019 y que podría crecer en solamente 0.3% este año, según las previsiones optimistas del gobierno.
«Cada vez más empresas en zonas difíciles, de gran violencia, cierran sus tiendas y dejan a más personas en desempleo», constata Etzer Emile.
Este hundimiento económico de Haití beneficia ampliamente al país vecino.
«Decenas y decenas de empresarios haitianos han migrado a República Dominicana y acá, en Haití, únicamente sostienen a flote a sus compañías», anota con tristeza Grégory Brandt, presidente de la cámara franco-haitiana de comercio e industria.
«En el año fiscal 2021-2022, los haitianos han invertido 250 millones de dólares en República Dominicana», lamenta el hombre de negocio.
Arrastrada por la criminalidad de las pandillas y subvenciones de un gobierno carente de legitimidad, la economía haitiana se encuentra hoy al borde de la implosión ante los efectos de la guerra en Ucrania.
El alza mundial de los precios del combustible interviene en el peor momento para las autoridades de la isla: la subida de las tarifas en las gasolineras que ordenó en diciembre aún no ha sido digerida por la población.
En Haití, este mercado estratégico es regulado por el Estado. Para comprar la paz social, los gobiernos sucesivos evitan generalmente tocar este expediente sensible.
Antes de diciembre, el anterior alza de precios del combustible databa de mayo de 2017.
Pero desde hace seis meses, los litros de gasolina y diésel cuestan respectivamente 56 centavos y 78 centavos de euros para el consumidor.