SANTO DOMINGIO, RD- La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), hizo un llamados tras el conflicto por la construcción de canal en río Masacre. «Como pastores del pueblo católico en la República Dominicana queremos enviar un mensaje de paz y hacer un llamado a la cordura en estos momentos de inquietud nacional. La construcción de un canal en territorio haitiano para usufructuar las aguas del río Masacre o Dajabón no debe convertirse en motivo de un conflicto internacional entre dos pueblos hermanados por la fe en Jesucristo y la devoción a la Virgen. Tampoco debe usarse para revivir animadversiones del pasado que pudieran suscitar acciones que no tomen en cuenta los derechos fundamentales».
El papa Francisco ha sido enfático en que debemos construir puentes y no divisiones entre los seres humanos. En un mundo caracterizado por las migraciones masivas y la incertidumbre económica, los argumentos del nacionalismo se activan hasta extremos peligrosos, exhibiendo con frecuencia tonos que se alejan ciertamente de lo que manda la prudencia.
Contemplando la crisis internacional que se creó en el momento de enfrentar la pandemia de la covid-19, el papa Francisco expresó un profundo deseo, como un lamento del alma: “Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado” (Fratelli tutti, No. 35). En ese sentido, invitamos a todas las personas de buena voluntad a hacer suyo este deseo tan humano. Exhortamos a que se escuchen en la mesa del diálogo todas las voces, también las de campesinos y comerciantes populares que buscan el sustento de sus familias en el mercado binacional que tanto beneficia a ambas naciones.
Motivamos al pueblo creyente a rezar por una solución razonable y pacífica del referido conflicto.
Pedimos a las autoridades de nuestro país que se mantengan dando señales claras de auténtica voluntad de diálogo, y a todos los ciudadanos, un sano compromiso por la vida, que se expresa especialmente en el cuidado de las fuentes hídricas y en el uso equitativo de las aguas.