Redacción.- En el siglo XVII, en una Milán sumido en las sombras de la peste y la pobreza, el Hospital Ospedale Maggiore emergía como un faro de esperanza para los más necesitados.
Pero este lugar, que acogía a miles de enfermos y moribundos, escondía un secreto que solo sería revelado siglos después: la presencia de cocaína en los cerebros momificados de algunos de sus pacientes. El hallazgo sugiere que los europeos comenzaron a usar esta droga mucho antes de lo que se pensaba.
Los análisis toxicológicos en restos arqueológicos revelan hábitos desconocidos de poblaciones antiguas. En el siglo XVII, en una Milán sumido en las sombras de la peste y la pobreza, el Hospital Ospedale Maggiore emergía como un faro de esperanza para los más necesitados. Pero este lugar, que acogía a miles de enfermos y moribundos, escondía un secreto que solo sería revelado siglos después: la presencia de cocaína en los cerebros momificados de algunos de sus pacientes. El hallazgo sugiere que los europeos comenzaron a usar esta droga mucho antes de lo que se pensaba.
En un estudio innovador, un equipo de investigadores italianos realizó análisis toxicológicos en restos humanos encontrados en la cripta de la Iglesia de la Beata Vergine Annunciata, situada dentro del complejo. El hospital, uno de los más avanzados de su tiempo, fue el lugar de descanso final para miles de personas fallecidas entre los siglos XVI y XVII, y entre los cuerpos momificados, los científicos descubrieron cerebros notablemente bien conservados, un hallazgo poco común en restos de esta antigüedad.
Los investigadores detectaron cocaína, benzoylecgonina (un metabolito inactivo de la cocaína) e higraína en dos de los nueve cerebros analizados. Estas sustancias, asociadas con la planta Erythroxylum spp., de donde se extrae la cocaína, constituyen la primera evidencia concreta de que esta droga se encontraba en Europa antes del siglo XIX.