Redacción. ― Durante más de una década, la modelo e influencer brasileña, Jennifer Pamplona, se sometió a más de 40 procedimientos estéticos tratando de parecerse a Kim Kardashian.
En ese proceso de emular a famosa celebridad gastó más de un millón de dólares y confesó que ese sueño de fama y perfección física se convirtió en una pesadilla que dejó cicatrices permanentes en su cuerpo y en su vida.
“Descubrí que estaba adicta a las cirugías y no era feliz. Estaba poniéndome relleno en la cara como si estuviera en el supermercado”, admitió en una entrevista.
En 2022, tras años de lucha interna, Pamplona decidió que era hora de revertir su transformación. Gastó 120.000 dólares en cirugías para recuperar su apariencia original, un proceso que fue tan exigente física como emocionalmente.
“La gente me llamaba Kardashian y eso empezó a ser molesto. Yo había trabajado y estudiado, era una mujer de negocios. Había logrado muchas cosas en mi vida, pero solo me reconocían porque me parecía a una Kardashian”, contó a medios internacionales.
Uno de los procedimientos más críticos y peligrosos a los que Pamplona se sometió fue una bioplastia con polimetilmetacrilato (PMMA), un relleno plástico comúnmente utilizado en aumentos de glúteos. Aunque es popular en el mundo de la estética, el PMMA conlleva riesgos importantes. En el caso de Pamplona, las consecuencias fueron devastadoras. Tras la intervención, la sustancia migró desde los glúteos hasta su área pélvica, afectando gravemente sus órganos reproductivos.
Su cirujano, describió la situación como una “cuestión de vida o muerte”, explicando que los síntomas que Pamplona experimentaba eran consecuencia directa de la migración del PMMA. Este material, al desplazarse del sitio de inyección, puede causar inflamación, dolor crónico y, en algunos casos, infertilidad. “Estaba colgando de un hilo”, declaró Ríos, refiriéndose a la gravedad de los síntomas que Pamplona enfrentó durante años.
A pesar de los desafíos, Jennifer Pamplona ha decidido que su historia no terminará en tragedia. Aunque sigue enfrentándose a las secuelas de su adicción a la cirugía y a las complicaciones del PMMA, ha tomado un nuevo rumbo. Ahora, su misión es advertir a otras mujeres sobre los peligros de seguir el mismo camino que ella recorrió.