Argentina.- Luego de una fuerte discusión familiar, Jazmín Carro, cuando tenía 14 años, tomó una decisión: le dijo a su madre que su padre la había manoseado, una revelación que luego derivó en una denuncia por supuesto abuso sexual, en la detención de su progenitor y en una condena a 15 años. Pero todo fue mentira. La propia joven, que ahora tiene 17 años, dijo que mintió, que estaba enojada y que no quería que le pongan ningún tipo de límites.
Su relato formó parte de una jornada sobre Falsas Denuncias que se desarrolló el pasado 20 de noviembre en el Salón Azul del Congreso de la Nación, con motivo de la presentación del proyecto de ley que impulsa la senadora Carolina Losada para modificar el Código Penal y así agravar las penas de quienes radiquen acusaciones fraudulentas.
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Allí, durante su exposición, conmovió a todos los presentes al contar su historia. Reveló que, tras la denuncia inicial, y con el paso de los días, decidió contarle la verdad a su madre. Confesó que la acusación contra su padre había sido un engaño, producto de un enojo, y comenzó el camino de aclarar el hecho a la Justicia, hasta ahora sin éxito.
“Mi nombre es Ana Jazmín Carro y vengo a contar mi historia”, comenzó su testimonio en el Congreso, y amplió: “Una historia donde no solo hubo una falsa denuncia de mi parte, sino una persecución del Polo de la Mujer, cómplice con la Justicia de Córdoba. Para condenar a un hombre inocente sólo necesitan a una persona que diga algo en contra de un hombre para terminar condenado por no menos de 10 años a la cárcel, o 15, como a mi papá”.
Entre lágrimas, y acompañada por Lorena, su madre, la adolescente brindó más detalles. “Mi historia comienza cuando tenía 14 años, empezando mi adolescencia, ahí me agarró un enojo con mi padre. No quería límites, no toleraba un orden, y en el colegio y la sociedad me mostraban a cada rato que yo era una mujer y que ningún hombre debía decirme qué hacer”, explicó.
Para ese entonces, asistía a un colegio “que apoyaba el feminismo, o el hembrismo”, y en el cual solían darse “discursos constantes del odio hacia el hombre”. En ese contexto, la joven tomó como propia la historia de una amiga, verdadera víctima de abuso, y decidió utilizarla para castigar a su padre.
“Le dije a mi mamá que me había manoseado años atrás. Ella sin dudarlo lo enfrentó, y después de un rato de ellos discutiendo, fuimos al Polo de la Mujer a radicar y denunciar y pedir ayuda para mí”, recordó.
Pero una vez que se llegó a la Secretaría de Lucha Contra la Violencia a la Mujer y Trata de Personas cordobesa, Jazmín no se encontró lo que esperaba. “En ese lugar no solo nunca me ayudaron ni me contuvieron, sino que se aprovecharon de mí, me hicieron pararme sola con 14 años a hablar con alguien, y solo le conté lo que había pasado, ni más ni menos. Que le dije a mi mamá que mi papá me había tocado mis partes íntimas tiempo atrás”, contó. Y, en esa línea, amplió: “Nunca me preguntaron si era verdad o si mentía, y no sólo no dudaron de mí, sino que me hicieron una revisión médica muy invasiva para ver si había sido ultrajada en algún momento”.
“Una adolescente de 14 años que nunca había tenido ni siquiera novio tuvo que abrir las piernas ante un hombre adulto desconocido. Ahí comenzó todo el maltrato, ya no solo hacia mi padre, sino también hacia mí”, lamentó, acongojada.
Un año después de esa instancia, Jazmín supo que no había sido sometida al procedimiento correcto, debido a que solo un médico tiene la potestad de firmar una declaración. “Y no sólo eso: se tomaron el trabajo de poner que en esa revisación yo dije que mi papá me obligaba a chuparle el pene. Cosa que no solo nunca pasó, sino que nunca dije. Y pasó de una acusación de abuso simple a un abuso con acceso carnal y todos los agravantes”, puntualizó.
En ese momento, la falsa denuncia que había hecho Jazmín alcanzó consecuencias que la joven jamás hubiera imaginado. Indicó que no le brindaron la asistencia psicológica necesaria, y que a su papá no le permitían acercarse a ella, a su mamá y sus dos hermanos. “No lo dejaron volver a casa, a su hogar, solo por una acusación de manoseo, que ni siquiera sabían si era verdad. Sacaron a un hombre de su hogar, rompiendo desde un primer momento y casi con prioridad a una familia por completo.”, enfatizó.
A su vez, y luego de confesar el engaño, sostuvo que en el Polo de la Mujer de Córdoba le dijeron que debían continuar con la investigación en curso.
“Yo y toda mi familia, confiables a la Justicia de que iba a hacer su trabajo como debía, y al ver la realidad, casi un año después, me llevaron a una pericia psicológica previa a la Cámara Gesell, cuyo único objetivo era manipularme y hacerme entender que era una mujer abusada. Sin experiencia, mi mamá no puso algún perito de parte, e hicieron lo que quisieron. Crearon una historia de abusos repetidos en mi cabeza y me hicieron entender que yo sí había dicho lo del sexo oral. ¿Cómo? Empiezan queriendo entrar en confianza, preguntándote cosas personales, como con quién vivo, cómo vivo, cómo es mi casa, qué hago cotidianamente, qué cosas me gustan hacer, si vamos o no de vacaciones… Y toda esa información la van usando para armar una historia perfecta y condenar a un hombre”, subrayó.
La experiencia con esta psicóloga, dijo, no fue buena. “Se encargaba de armar la historia y decirme cómo había sucedido un abuso en casa, y no solo uno, sino que por mucho tiempo. Cuando intentaba decir que eso no fue así, que yo no viví eso, me decía que podía ser que yo lo haya olvidado, pero que es normal, que suele pasar. Y creaba en mi cabeza cómo mi papá supuestamente me llevaba a mi pieza o a la suya”, recordó.
Tras una nueva Cámara Gesell, durante la cual Jazmín siguió la línea sugerida por la profesional y contó todo lo hablado durante las sesiones, pero a partir de un relato genuino de ella, la Policía de Córdoba detuvo a su papá. “Ahí noté que las cosas se habían ido demasiado lejos. Hablé con mi abuela, le conté lo que pasó y que había mentido. Me acompañó a decir la verdad, pero no me dejaron. Aunque a ella le tomaron la declaración de lo que yo dije. Pasó el tiempo y busqué reiteradamente decir esto a las fiscales a cargo, pero nunca me permitieron. Me mandaron a terapia, al principio solo conseguimos una asistencia de la víctima, que también depende del Gobierno, como el Polo de la Mujer, y solo quería lo mismo, que yo dijera que era una víctima”, contó ante los presentes en el Salón Azul del Congreso.
Al notar que su hija solía salir llorando de las sesiones, Lorena cambió de rumbo y decidió contratarle una psicóloga privada. “Con ella fue la primera vez que tuve terapia. Ella no me hablaba del caso, sino de mi. De mi vida cotidiana, de cómo vivía Jazmín en el día a día. Y no solo como supuesta víctima”, destacó la joven.
Poco tiempo después, su psicóloga renunció al instituto de turno y comenzó a tratarse con otra profesional. Ella, según su testimonio, la escuchó y la ayudó a entender cuáles eran sus derechos en este caso.
Ya con 17 años, y con su padre que ya llevaba dos años detenido y tres alejado de su familia, Jazmín fue contactada desde Tribunales. Le ofrecieron una abogada, a la cual se negó rotundamente, y le pidieron que se someta a una entrevista técnica. Sin embargo, al llegar a esa instancia se dio cuenta de que la profesional a cargo era la misma perito que había encabezado las pericias previas y las Cámaras Gesell a las que había asistido. “Con mi mamá nos negamos a que fuera la misma, pero el abogado dijo que no iba a influir, ya que solo era una entrevista donde yo afirmaba mi voluntad de declarar en el juicio, y no podía dar su opinión o hacer algún tipo de análisis”, señaló.
Al llegar al día del comienzo del juicio, Jazmín mantenía la esperanza intacta de poder declarar para buscar la liberación de su papá. “En la primera audiencia no sucedió, pero pasó algo más terrible para mí. Al finalizar nos dejaron entrar a saludar a mi papá, ya que hace tres años que no veía a sus hijos”, dijo, y rompió en llanto nuevamente.
El juicio concluyó con la condena de Julio a 15 años de prisión, de los cuales lleva cumplidos 4 años y 8 meses, por tres delitos: abuso sexual continuado, abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores.
Falsas Denuncias en el Senado
Ayer, lunes, la comisión de Justicia y Asuntos Penales presidida por el senador Juan Carlos Pagotto recibió al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, para tratar un proyecto de ley que, de ser aprobado, modificaría el Código Penal de la Nación para agravar penas sobre las falsas denuncias.
Respecto a este proyecto, el senador Pagotto sostuvo que “el perjurio en todos los países del mundo es un delito gravísimo”, y advirtió que “no solamente afecta un bien jurídico determinado, afecta una pluralidad de bienes jurídicos”.
Por su parte, la senadora Losada, autora del proyecto, resumió que su iniciativa “apunta a que la denuncia verdadera tenga lugar y todos los recursos se apunten a esa denuncia”, y la misma “tiene que ver con penalizar a la mentira, la estafa contra la justicia, y con que la justicia sea realmente más transparente y sea equitativa e igual para todos”.
“Es fundamental proteger a los denunciados de falsas acusaciones para equilibrar la Justicia para las víctimas sin desproteger a los inocentes”, señaló Losada en diálogo con Cadena 3.
Tras escuchar la historia de Jazmín, Cúneo Libarona utilizó sus redes para advertir que el Gobierno trabajará para “erradicar la ideología de género de la justicia”.
“Este es un caso paradigmático de cómo la ideología de género se apoderó de mentes inocentes para que sean los títeres de su revolución nefasta. Nos pusimos en contacto con esta familia destruida por el feminismo. Vamos a erradicar la ideología de género de la justicia”, sostuvo el funcionario días atrás.
Hasta el momento, el proyecto de Losada espera ser incluido en las sesiones extraordinarias del Gobierno.