REDACCIÓN.- En la pequeña isla peruana de Taquile, el valor de un hombre no se mide por su destreza al cazar o pescar, sino por su habilidad para tejer.
Alejandro Flores Huatta nació en la isla de 1.300 personas, que se encuentra en el lado peruano del lago Titicaca. Llegar a la isla requiere un viaje en bote de tres horas desde la ciudad más cercana, Puno.
Alejandro, de 67 años, aprendió a tejer el icónico chullo (un sombrero andino alto y flojo) cuando era niño. Su hermano mayor y su abuelo le enseñaron a tejer usando como agujas las espinas de un cactus.
«La mayoría de la gente aprende mirando y mirando. Como no tengo padre, mi hermano mayor y el abuelo me enseñaron a tejer. Entonces mirando aprendí poco a poco», relató en un dialecto del quechua.
Taquile es famosa por sus textiles y vestimentas. Mientras las mujeres tejen y cuidan a las ovejas que proveen la lana, los hombres son los que producen exclusivamente los sombreros de la isla.
Los chullos son considerados significativos culturalmente, desempeñan un papel clave en la estructura social de la isla y permiten a los hombres mostrar tanto su creatividad como su estado civil, sueños y aspiraciones. Algunos hombres incluso lo usan para mostrar su estado de ánimo.
Es una tradición que los isleños se esfuerzan por preservar.
El signo de un buen compañero, agregó Alejandro, es que pueda tejer un chullo tan apretado que al darlo vuelta pueda ser usado para cargar agua. Los futuros suegros a menudo prueban los chullos de los pretendientes de sus hijas de esta manera.
Alejandro explicó con orgullo que su chullo podía retener el agua hasta 30 minutos sin perder una sola gota, y esto fue lo suficientemente impresionante como para atraer a su esposa, Teodosia Marca Willy, hace 44 años.
«Ella vio buenas habilidades aparentemente en mi chullo. Solía hacer un muy buen sombrero; era un buen tejedor».
Mientras los hombres elaboran los sombreros, son las mujeres las que tejen los coloridos «chumpis», el cinturón que se le presenta al novio el día de su boda.
La creación del cinto es un proceso profundamente personal y la mujer incluye en el interior del chumpi fibras de su propio cabello.
Cuando un joven es soltero, el cabello dentro de su chumpi pertenece a su madre. Una vez casado, el cabello usado pertenece a su esposa.
Las ilustraciones de los cinturones suelen reflejar los chullos y son específicas de cada familia y región de la isla. Las diferentes comunidades de Taquile a menudo se presentan en forma de flor; la serpiente de dos cabezas es un presagio de una muerte en la familia y una planta amarilla significa que es hora de sembrar.
Los chumpis a menudo se denominan «cinturones de calendario», porque tienen doce paneles que representan los doce meses del año.
«Nuestra iconografía ha sido siempre la misma. Son diseños únicos en el mundo. Vienen de nuestros antepasados», afirmó Juan.
«Cuando vemos a un amigo prestamos atención a su cinturón. Con solo ver su cinturón… podemos saber qué planes tiene. Podemos leer con solo mirar la iconografía y los colores».
«Si la mujer es muy buena tejedora, verás muchos símbolos y patrones en el chumpi», agregó Alejandro. «Puedes leer toda la historia de esa persona en el cinturón».
Las mujeres transmiten esta habilidad a sus hijas y nietas, explicó Teodosia. Los cinturones también cumplen una función muy práctica, ya que actúan como soporte de la espalda en el duro trabajo manual de sembrar o esquilar ovejas.
La cultura local es bastante progresista. Tanto Alejandro como Teodosia son considerados autoridades en la isla y comparten responsabilidades en la toma de decisiones.
«Ambos estamos a cargo, siempre trabajamos juntos, tomamos decisiones juntos», dijo Teodosia. «Un hombre no puede ser un líder solo. Siempre necesita a su esposa. En la antigüedad también era así».
Fuente: BBC