EE.UU. — Como si no bastara con el fentanilo, una nueva droga representa una creciente amenaza en Estados Unidos, y es conocida como tranq o la ‘droga zombie’.
La xilacina, un sedante y analgésico para caballos y ciervos que tiene todos los ingredientes para empeorar aún más la crisis de los opioides y ya está dejando estragos a su paso, incluyendo heridas que pudren la piel y pueden provocar la amputación.
Además de potente, es barata y fácil de conseguir: se trata de un fármaco veterinario aprobado para sedar a animales y que, por tanto, todavía no se cataloga como una sustancia controlada. A ella tiene acceso cualquier veterinario y con frecuencia se vende en Internet “a menudo sin asociación con la profesión veterinaria ni requisitos para demostrar una necesidad legítima”, según la DEA (Drug Enforcement Administration por sus siglas en inglés).
Propagación de xilacina está en aumento en EEUU
Para junio del 2022 ya se había detectado en 36 estados, según un análisis publicado en el Journal of Analytical Toxicology. La semana pasada, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) anunció que está tomando acciones para detener las importaciones ilegales del fármaco veterinario.
En Philadelphia, donde la distribución de la xilacina está alcanzando dimensiones alarmantes, esta sustancia estuvo presente en 9 de cada 10 muestras de droga analizadas en laboratorio. “Lo que estamos viendo es que en las bolsas de fentanilo a veces solamente lo que hay es xilacina”, dice a CNN, Joseph D’Orazio, médico de emergencia y especialista en adicción de la Universidad de Temple.
Técnicamente la xilacina o tranq no es un opioide y los medicamentos como la naloxona, para revertir las sobredosis no funcionan con ella. Su presencia en muertes por sobredosis pasó del 0.3% al 6.7% entre 2015 y 2020 según un reporte publicado en Drug and Alcohol Dependence. Esa cifra llegó hasta el 19% en sitios como Maryland y 26% en Pennsylvania.
Un reporte de la DEA indica que entre 2021 y 2021 las muertes por sobredosis en las que estuvo presente la xilacina se dispararon en más del 100% en el noreste del país.