Moscú.- La rebelión armada encabezada por el líder de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, supone el mayor desafío contra el presidente ruso, Vladímir Putin, en los más de 23 años que lleva en el poder y pone a prueba la unidad de los altos mandos de su Ejército.
El alzamiento -de hecho, una guerra dentro de otra guerra- se produce en el peor momento para las Fuerzas Armadas rusas, que afrontan en Ucrania una contraofensiva de las tropas de Kiev.
LOS WAGNER MARCHAN SOBRE MOSCÚ
El jefe de los mercenarios, con buenas relaciones con miembros del generalato, quemó todos los puentes con el Kremlin al rechazar las exigencias de rendición formuladas por Putin, y anunció una «marcha pacífica» de sus unidades hacia Moscú.
Aunque se desconoce el número exacto de mercenarios que forman partes de los Wagner, su efectivos de cifran en más de 25.000, según distintas estimaciones.
Si bien Putin afrontó diversos ataques terroristas, incluidos en Moscú, durante la segunda guerra de Chechenia (1999-2009), nunca antes se había visto en la tesitura de una insurrección de fuerzas que combatían a sus órdenes.
En opinión de la inteligencia militar británica, Rusia afronta el «desafío más significativo» en los últimos tiempos y la «lealtad» de sus fuerzas de seguridad será «clave» para el desenlace de la crisis.
«Durante las próximas horas, la lealtad de las fuerzas de seguridad de Rusia, y especialmente las de la Guardia Nacional Rusa, serán clave para cómo se va a desarrollar la crisis», tuiteó el Ministerio de Defensa.
PUTIN Y EL FASTASMA DE REVOLUCIÓN
En una confirmación de la gravedad de la situación, el presidente ruso no dudó en comparar la rebelión de los Wagner con las deserciones masivas de los soldados rusos en los frentes de la Primera Guerra Mundial que llevaron a la revolución bolchevique de 1917 y a la descomposición de Rusia.