REDACCIÓN INTERNACIONAL.– El argentino Lucas Paganini, científico planetario de la NASA, ya está en el desierto de Utah (EE.UU.) preparado para recibir este domingo una cápsula con un preciado cargo: un puñado de rocas y polvos del asteroide Bennu que podría ofrecer información única sobre la formación del sistema solar hace unos 4.500 millones de años.
La muestra del asteroide Bennu, que podría tener un peso cercano a los 250 gramos, podría arrojar luz sobre preguntas que han intrigado a la humanidad durante siglos: ¿Cuál es el origen de la vida? ¿Cómo se formó el sistema solar? ¿Qué secretos ocultan los asteroides?
«Los asteroides -señala a EFE Paganini- son muy importantes porque son los desechos de cuando se formaron los planetas 4.500 millones de años atrás. Son como cápsulas del tiempo, equivalentes a fósiles de dinosaurios que nos permiten saber qué estaba ocurriendo hace millones de años. En este caso, con nuestra misión, estamos viajando miles de millones de años atrás en el tiempo».
Existen dos hipótesis sobre el origen de la vida: una sostiene que las primeras moléculas orgánicas llegaron desde el espacio a través de meteoritos, mientras que la otra argumenta que estas moléculas esenciales para la vida surgieron en nuestro propio planeta.
Las muestras de Bennu ofrecerán a los científicos una oportunidad única para comprender mejor el origen de estas primeras moléculas y el papel que pudieron tener los asteroides en su presencia en la Tierra, en un avance que permitiría explicar mejor el origen de la vida en la Tierra, cuenta Paganini.
Sin embargo, antes de que los científicos de la NASA puedan analizar estas muestras, la cápsula que las contiene debe llegar sana y salva a la Tierra tras un viaje de 7 años que comenzó con su lanzamiento desde la estación de Cabo Cañaveral (Florida).
Se espera que entre en la atmósfera terrestre alrededor de las 08.42 hora local en Utah (14.42 GMT) después de ser liberada por su nave nodriza, la nave espacial Osiris-Rex, a una distancia de aproximadamente 102.000 kilómetros, equivalente a un tercio de la distancia entre la Tierra y la Luna.
La cápsula ingresará a la atmósfera a una velocidad de aproximadamente 44.500 kilómetros por hora, enfrentando temperaturas de hasta 2.000 grados centígrados en su descenso. De hecho, explicó Paganini, si fuera de noche podría parecer una «bola de fuego», pero durante el día apenas será visible en el cielo.
La cápsula, que según Paganini tiene una apariencia similar a una «cuna de bebé», está equipada con un escudo térmico diseñado para proteger del calor las rocas y el polvo de Bennu.