Redacción.- Marileidy Paulino, la ‘Gacela’ del atletismo dominicano, no solo supo distanciarse de sus rivales en la pista sino también logró escapar de la pobreza gracias a su talento deportivo desde unos orígenes muy humildes.
Su gran eclosión llegó en los Juegos de Tokio, en 2021, que su madre Anatalia no podía ver porque no tenía un televisor. Fue entonces cuando Vladimir Guerrero, exbeisbolista de las Grandes Ligas, le envió una de gran tamaño en la que vio con todo detalle cómo su hija conseguía platas en 400 metros y el relevo mixto 4×400.
“Todo es posible aunque salgas de la pobreza, solo puedo decir gracias a Dios por su gracia y misericordia”, afirmó tras coronarse campeona de los 400 metros en la Liga de Diamante de 2022, un año en el que había brillado además en el Mundial de Eugene (Estados Unidos), donde fue plata en los 400 metros y, sobre todo, oro con el equipo de su país en los relevos mixtos 4×400 metros.
El oro mundial del año 2023 en Budapest y el olímpico que ha conseguido en París fueron ya la culminación de su ascenso fulgurante al estrellato, pero ella insiste en que el cambio radical que ha dado su vida en tres años no cambia su forma de ver el mundo.
“Yo lo llevo bien, tranquila, con los pies en la tierra y siempre con humildad. Yo no tengo por qué minimizar a las demás personas. Yo vengo de abajo”, dijo Paulino en una entrevista días antes de su participación olímpica, a un paso del Arco del Triunfo de París y las ’boutiques’ de lujo de los Campos Elíseos.
– Del balonmano al atletismo –
Una situación quizás improbable para ella cuando hace 26 años nació en Don Gregorio, en el municipio de Nizao, en una zona costera al oeste de Santo Domingo. Fue la quinta de seis hermanos, criados por Anatalia en un hogar monoparental con recursos muy limitados.
Su contacto con el deporte fue muy tardío y se debe a su profesor de Educación Física de la secundaria, que vio grandes cualidades en ella.
Contactó con varios entrenadores que la dirigieron en un primer momento hacia el voleibol y el balonmano.
“Cuando yo pertenecía a la preselección de balonmano, mandaron a cada cual a su casa por algo que surgió y me llamaron del atletismo. Voy para allá, entreno, conozco al profe… El primer día me voy para mi casa porque el primer día la práctica era muy fuerte, no aguanté, y ya con el tiempo me fui adaptando”, contó en su charla parisina.
En su carrera en la pista ha sido clave conocer al entrenador cubano Yaseen Pérez, que fue el guía perfecto para su espectacular progresión.
Primero se centró en las pruebas de velocidad y en los Juegos Panamericanos de Lima-2019 compitió en 100 y 200 metros. En el Mundial de ese año en Doha llegó a ser semifinalista de los 200 metros.
– Fe religiosa –
Yaseen Pérez detectó que los 400 metros brindaban mayores perspectivas y no se equivocó: los éxitos fueron fulgurantes y, tras el parón de las competiciones por la pandemia del covid-19, el nombre de Marileidy Paulino irrumpió con fuerza en el panorama internacional y las medallas en los grandes campeonatos llegaron para hacer el resto.
Pese a la fama, los viajes y los premios, no ha querido olvidarse de sus orígenes y ha impulsado una fundación para atender a niños huérfanos, guiada también por su profunda fe religiosa: “Dios es mi esperanza. Amén”, llevaba escrito en sus zapatillas en los Juegos de Tokio.
Ha aprovechado además el interés de los medios para denunciar injusticias en las redes sociales, como hizo el año pasado por los comentarios racistas contra algunos medallistas dominicanos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador.
Allí ella se colgó la medalla de oro, un metal al que ya se ha acostumbrado.
“Yo vine con el objetivo del oro, Dios mediante. Su voluntad se hará grande”, dijo al principio de la semana, cuando inició la conquista de este histórico oro.
Antes de la final rezó en la pista, de rodillas, y consiguió ese oro con el que soñaba.