ESTADOS UNIDOS.- “Voluptuosa”, “atractiva”, “sexy”, “bomba sexual”… Son solo algunos de los calificativos que la actriz estadounidense Scarlett Johansson ha tenido que leer o escuchar sobre ella a lo largo de su carrera cinematográfica. Incluso Woody Allen llegó a escribir en su biografía A propósito de nada que la protagonista de su película Match Point era “sexualmente radiactiva”.
Ahora, a sus 37 años, después de casi tres décadas de carrera en Hollywood y convertida en madre de dos hijos —Rose Dorothy, de ocho años, y Cosmo, de tan solo un año—, Johansson ha desvelado que desde muy joven se sintió “hipersexualizada” en sus primeros papeles como actriz. “Me convertí en un objeto, me encasillaron, tanto que no veía que me llegaran ofertas para las cosas que quería hacer”, ha explicado la actriz en una entrevista para el podcast Armchair Expert presentado por el actor y comediante Dax Shepard.
“Recuerdo que pensé para mis adentros: ‘Creo que la gente piensa que tengo 40 años’. Por culpa de que todos creían que era mayor, y de que había estado actuando durante mucho tiempo, me encasillaron en ese rol hipersexualizado”, reflexionaba la protagonista de Lost in Translation —la película de Sofia Coppola que con 17 años la catapultó a la fama— en una charla de casi dos horas de duración.
Johansson asegura que aceptar papeles en los que interpretaba a mujeres ingenuas contribuyó a que esta hipersexualización se alargara en el tiempo. Aquello, además, le hizo temer por su carrera profesional. “Me dije: ‘Ese es el tipo de carrera que tienes, estos son los papeles que has interpretado. Y fue como: ¿Eso es todo? Sentí que [mi carrera] había terminado”, lamentaba la protagonista de Viuda negra.
La intérprete principal de Lucy también quiso transmitir un mensaje de esperanza para las estrellas femeninas en ascenso, actrices como Zendaya o Florence Pugh, a las que también aconseja en esta misma entrevista ser pacientes y aprender del pasado. Johansson asegura que siente que las cosas han “cambiado mucho” en la forma en que los estudios de Hollywood tratan a las mujeres actrices, aunque admite que aún queda mucho trabajo por hacer. “Veo a los actores que tienen ahora 20 años y siento como si se les permitiera ser diferentes“, se alegra la actriz.
En la misma charla, Johansson asegura sentirse a veces atrapada “entre dos mundos” después de la era del #MeToo. “Tuvimos a nuestras madres, que nos decían: ‘Usa tus artimañas femeninas. Usa tu sexualidad, todo lo que puedas para obtener lo que necesitas’, mientras que en nuestra generación, y así lo hicimos, también nos decíamos: ‘Eso no está bien, tiene que haber otra manera”. Y luego ha llegado una generación más joven de mujeres, de unos 15 años menos que yo, que dicen: ‘No tienes que aceptar nada de esa basura. No lo consientas”, reflexiona la actriz.
Al recordar una anécdota incómoda de un rodaje, Johansson recordó en la charla una situación protagonizada por su compañero en la película Her, Joaquin Phoenix. La actriz asegura que el intérprete tuvo que ausentarse del set donde trabajaban juntos después de escucharla fingir un orgasmo para una escena de esa producción de Spike Jonze, en la que ella interpretaba una voz femenina artificial llamada Samantha, parecida a Siri o Alexa, de la que se enamora el personaje que interpretaba Phoenix. “Tratamos de hacer una toma y él estaba perdiendo el control y se fue del estudio. Necesitaba un descanso”, relataba la intérprete.
El próximo proyecto que la actriz tiene entre manos es una película dirigida por Wes Anderson, una producción repleta de estrellas que este verano ha rodado algunas de sus escenas en el pueblo madrileño de Chinchón, además de un trabajo dirigido por Kristin Scott Thomas titulado My Mother’s Wedding, que protagoniza junto a Sienna Miller y Emily Beecham.