Una nueva tormenta geomagnética impacta la Tierra; cuáles son los riesgos
Redacción.- Una tormenta geomagnética de nivel G4, clasificada como severa, afecta a la Tierra este lunes. Este evento fue registrado por el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, y se originó a partir de una serie de erupciones solares y eyecciones de masa coronal (CME) ocurridas desde el fin de semana.
En un comunicado, desde la institución, explicaron: “Entre el 8 y el 10 de agosto de 2024, se observaron cinco eyecciones de masa coronal (CME) que salían del Sol, lo que provocó alertas de tormenta geomagnética. Las CME llegaron a la Tierra durante el fin de semana (11 y 12 de agosto). Las CME, que son erupciones masivas de material solar, pueden desencadenar tormentas geomagnéticas al llegar a la Tierra, lo que podría afectar a varias tecnologías”.
“Las condiciones de tormenta geomagnética se intensificaron de manera constante durante todo el fin de semana hasta la madrugada del lunes, y culminaron en una tormenta geomagnética G4 (severa). El SWPC ha mantenido una comunicación continua con los centros de coordinación de confiabilidad de la red eléctrica. Este nivel de tormenta también provoca una degradación de las comunicaciones de alta frecuencia en latitudes altas y un mayor arrastre de los satélites en la órbita terrestre baja”, agregaron.
De acuerdo a la entidad, “se espera que las condiciones persistan hasta el martes, pero la duración de los impactos de las CME y la favorabilidad de las condiciones del viento solar siguen siendo muy inciertas. Estas condiciones son parte del actual Ciclo Solar 25, que ha alcanzado uno de sus niveles más altos de actividad de manchas solares en más de 20 años”.
A grandes rasgos, una tormenta geomagnética se produce cuando el viento solar, cargado de partículas y energía, interactúa de manera efectiva con la magnetosfera terrestre. Esta interacción provoca cambios drásticos en las corrientes y campos magnéticos que rodean la Tierra. En esta ocasión, la tormenta alcanzó el nivel G4, el segundo más alto en la escala de la NOAA, indicando un fenómeno de gran severidad.
El nivel G4 en la escala de tormentas geomagnéticas implica una serie de efectos potenciales sobre diversas infraestructuras tecnológicas. Los sistemas de energía, por ejemplo, pueden enfrentar problemas de control de voltaje y desconexiones inesperadas de activos clave en la red. Además, las operaciones de naves espaciales pueden verse comprometidas, algo que requiere correcciones para mantener la orientación y seguimiento adecuados.
Entre los impactos más visibles de la tormenta G4, se pueden reportar, por ejemplo, interrupciones en la propagación de radio de alta frecuencia y degradación de la navegación por satélite durante varias horas. En tanto, las auroras boreales, un fenómeno común en estos eventos, fueron observadas en latitudes como Alabama y el norte de California.
Ante la gravedad de la situación, el SWPC activó una línea directa para mantener informados a los operadores de la red eléctrica sobre la evolución del clima espacial. Esta medida busca prevenir posibles interrupciones en el suministro de energía y mitigar los efectos adversos en la infraestructura crítica.
Eventos como esta tormenta G4 no son inéditos. En mayo pasado, una serie de tormentas geomagnéticas también causaron un aumento en la actividad auroral en diversas partes del mundo. Estos fenómenos son seguidos de cerca por la comunidad científica, dado su potencial para interferir con las comunicaciones, la navegación y otros sistemas tecnológicos esenciales.
Por caso, sobre los fenómenos ocurridos en mayo, un estudio preliminar publicado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) postuló que se trató de una intensa ráfaga de viento solar que, además, desencadenó inconvenientes en la mitad de los satélites activos que hay en órbita.
Los especialistas del MIT indicaron que la tormenta solar masiva deshabilitó temporalmente los sistemas de seguridad para prevenir colisiones en la órbita terrestre baja. En esta región, que se extiende hasta los 1.000 kilómetros de altura, se encuentran las estaciones espaciales y numerosos satélites de observación, navegación y telecomunicaciones, incluidos los más de 6.200 satélites de la red Starlink de SpaceX, propiedad de Elon Musk.
“Las tormentas geomagnéticas tienen el potencial de causar graves interrupciones y fallas en infraestructuras terrestres y espaciales críticas para la seguridad. Históricamente, las corrientes inducidas grandes e impredecibles a lo largo de las líneas de transmisión eléctrica terrestres han provocado cortes de energía generalizados”, explicaron los científicos del MIT.
Y agregaron: “Esas mismas corrientes inducidas también pueden causar fallos repentinos en la electrónica de los satélites en órbita. Ahora, la Tierra sufrió la mayor tormenta geomagnética en más de 20 años. Y desde la última gran tormenta en 2003, la población de satélites en órbita terrestre baja ha aumentado tras la comercialización de servicios espaciales y el establecimiento continuo de constelaciones LEO proliferantes”.