El mal dormir aumenta la mortalidad y los trastornos mentales
MADRID.- El sueño es una función vital tanto para la salud física como para la mental, pero no dormir lo suficiente ni con la calidad requerida de manera crónica puede incrementar hasta un 20 por ciento la mortalidad y en la mitad de los casos puede derivar en trastornos mentales.
Así lo han advertido este miércoles en rueda de prensa Ana Teijeira, neurofisióloga clínica y coordinadora de los actos que la Sociedad Española del Sueño (SES) está organizando con motivo del Día Mundial que se conmemora el próximo viernes, y el presidente de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), Carlos Roncero.
Día que este año se celebra precisamente bajo el lema “El sueño es esencial para la salud” porque mientras dormimos no solo consolidamos la memoria y el aprendizaje, sino que eliminamos toxinas que impiden al cerebro funcionar correctamente para que al día siguiente podamos tener un rendimiento óptimo , ha explicado la experta.
Además, durante el sueño se regulan distintos sistemas del cuerpo, desde el hormonal al inmune, metabólico y cardiovascular, con lo que dormir mal y poco tiene un impacto directo en la salud.
A menos horas, peor calidad de vida
“Dormir mal de manera crónica puede incrementar el 20 % la mortalidad de la persona”, ha advertido Teijeira, que ha avisado de que un mal sueño también incrementa el riesgo de hipertensión arterial, diabetes, obesidad, eventos cardiovasculares como infartos o ictus o sufrir infecciones e incluso determinados tipos de cáncer.
Un 30 % de la población mundial afirma dormir menos de 6 horas y esto, a largo plazo, “genera una serie de déficits y enfermedades crónicas que pueden generar un grave impacto en la calidad de vida de las personas”, ha insistido.
En España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), más de un 10 % de la población -más de 4 millones de personas- padece algún tipo de trastorno de sueño crónico y grave y un 30 % -es decir, más de 12 millones- se despierta con la sensación de no haber tenido un sueño reparador o finalizan el día muy cansado.
Sin embargo, “las alteraciones del sueño no han sido siempre clasificadas con la relevancia suficiente”, ha denunciado Roncero, jefe del servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca.
También la salud mental
Porque además, el mal dormir tiene una relación bidireccional con la salud mental: de acuerdo con los datos que ha ofrecido el psiquiatra, entre el 60 % y el 70 % de los trastornos mentales tienen asociado alguna alteración del sueño, sobre todo el insomnio, que se da en seis de cada diez personas mayores.
Y alrededor de la mitad de los pacientes con trastornos crónicos del sueño “acaba desarrollando algún síntoma de trastorno mental”.
Como problema añadido, muchas personas acaban recurriendo a sustancias de tipo depresor (como el alcohol) creyendo erróneamente que ayudan a conciliar el sueño, cuando el sueño que generan es superficial y poco reparador y puede acabar derivando en cuadros ansiosos o depresivos.
Un buen sueño: cantidad y calidad
Pero, ¿qué es un buen sueño? Según la neurofiosóloga, depende de la edad, de modo que los adultos necesitan entre seis y siete horas diarias para no generar deuda de sueño; pero el sueño debe además ser de calidad, no despertándose mucho por las noches y manteniendo un horario nocturno “razonable”.
Aunque es “una función vital” y “básica” del ser humano “como el respirar”, a diferencia de esta, puede verse modificada por nuestros hábitos, sociales o laborales; en este sentido, los trabajos nocturnos o por turnos complican mucho poder dormir bien.
También pueden influir factores ambientales o climáticos; en España, según los expertos, las horas de luz son bastante “aceptables para promover un sueño de calidad, lo discutible es la racionalizacion de horarios”.
¿Qué se puede hacer para tratar de tener un sueño de calidad? Pues mantener hábitos de vida saludables, como realizar ejercicio físico adecuado a las características de cada persona, seguir una dieta cardiosaludable con cenas ligeras y suaves o evitar la ingesta de alcohol al menos cuatro horas de irse a dormir, seis si se trata de cafeína, chocolate o bebidas energéticas.
También procurar tener niveles bajos de estrés y ansiedad durante el día y seguir un horario regular, estable y razonable de sueño, procurando dormirse y levantarse a la misma hora, huir de las pantallas y de actividades como trabajar o ver la televisión desde la cama.
La cama debe asociarse únicamente al sueño; por eso, si no se logra dormir, hay que levantarse y promover una actividad relajada. Y si nada de esto funciona, consultar con un profesional.