EE.UU.- En medio de un prolongado silencio unicamente interrumpido por el llanto de los allegados, Joe Biden recibió el domingo los restos de los 13 militares estadounidenses muertos en el atentado en Kabul ocurrido a más de una semana, una ceremonia difícil para un presidente intensamente criticado por su gestión de la crisis afgana.
Uno tras otro los féretros fueron depositados en la pista del aeropuerto de la base militar de Dover, Delaware, delante del presidente y la primera dama Jill Biden.
Con la mano en el corazón, Biden observó el descenso de los ataúdes transportados hacia el vehículo, en ocasiones agachando la cabeza en signo de meditación.
La pareja presidencial estuvo acompañada del jefe del Pentágono, Lloyd Austin; el secretario de Estado, Antony Blinken; el jefe de Estado Mayor, el general Mark Milley; y otros altos funcionarios militares, mientras que los familiares estaban a distancia, protegidas de las cámaras.
Antes de la ceremonia, la delegación subió al enorme avión que transportaba los 13 ataúdes, para una breve oración fúnebre, según comunicó la Casa Blanca.
Dos de las trece familias habían solicitado que no se filmara el descenso de los restos de sus seres queridos muertos en el lamentable hecho ocurrido en Kabul.
Cinco de los 13 soldados fallecidos en acción tenían 20 años, la duración de la guerra más larga protagonizada por Estados Unidos, lanzada en 2001 en Afganistán.